Karloff contra el hampa de los años 30. Cuando Crutiz se adentra en el mundo del terror el género gana. Al margen de las disparatadas tramas argumentales de la obra, se logra hacer un producto sólido.

El ritmo nada pausado y el montaje frenético de las secuencias de acción encajan perfectamente con la atmósfera oscura y tensa de la parte fantástica.

Se juega con la credulidad religiosa. Mantienen el misterio del más allá. Se enfrenta a distintas formas de justicia: la divina, la legal y la personal. Se genera una lucha entre dos mundos recurrentes en el cine de los años 30. Se oscurece a un bando y se blanquea a su rival. Se opta por empatizar con lo fantástico y dirigir la mirada antipática hacia el lado más real.

Un notable trabajo que resulta mucho más interesante de lo que pueda parecer a simple vista.