El cine surcoreano ha dejado en el género del thriller una impronta personal, enérgica, violenta, oscura y adrenalítica con una horquilla que va de lo más alocado a lo más clásico con la que juegan sus respectivos directores, creando un estilo propio de, en general, notables resultados.

No es el caso. El debutante Lee Jung-Ho toma como base la francesa “36, Quai des Orfévres” (Asunto Pendientes), de Olivier Marchal estrenada en 2004 y quita y pone para acabar en un batiburrillo farragoso y largo en que dos policías que tuvieron un pasado común del que poco o nada sabemos se tiran todo tipo de trastos a la cabeza para, a toda costa, atrapar a a un asesino en serie (del que tampoco sabremos mucho) sin importarles los métodos para conseguirlo. La cosa avanza a trompicones salpicada de personajes secundarios femeninos (casi lo más interesante de la película) que inician subtramas que Jung-Ho también abandona malamente.

“La bestia” queda pues enmarañada junto con su director-guionista y actores en una red que a la postre viene a desvelar que no era tan fiera como la pintaban.

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