Estos fantasmas que ha hecho aparecer la BBC están muy vivos. De la mano de los guionistas Mathew Baynton y Jim Howick que a su vez encarnan como actores a dos de ellos (el poeta romántico y el monitor de los Boy Scout) y bajo la dirección de Tom Kingsley han sabido dotarlos de encanto y hacerlos entrañables para todos los públicos.

La singular y destartalada mansión de Button House los alberga como un protagonista más. La convivencia con la también singular pareja (ella puede comunicarse con ellos) que ha heredado la mansión y trata de salir adelante da lugar a situaciones divertidas que no hilarantes en general bien desarrollada, con un metraje ajustado (30 m.) y un cierto poso emocional donde la particular idiosincrasia de cada uno de los fantasmas que acertadamente pertenecen a diferentes épocas pone la sal y la pimienta para que la cosa funcione.

Cada uno de los actores que encarnan a los fantasmas se hace con su personaje consiguiendo su propio protagonismos dentro de la actuación coral. Charlot Richie como la propietaria está estupenda y a Kill Smitch-Byone como su pareja le toca bailar con un personaje más irregular entre payaso y tierno.

Dos temporadas exitosas, una tercera en ciernes y versión en USA. Lo dicho estos fantasmas están muy vivos.

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