Permitanme el chiste. Gustavo Sánchez no se va por "los cerros de Úbeda", su tierra natal, sino que durante una década del 2007 al 17, cámara digital estándar en mano ha ido buceando y documentando el underground neoyorquino más reciente a través de la semblanza muy libre y algo errática de cuatro artistas y activistas transgénero que han contado delante del objetivo respetuoso de Sánchez lo mismo que han hecho en su vida, lo que les ha dado la gana a despecho de luchar a contracorriente, siempre en ambientes marginales arrastrando la injusta losa social de su transexualidad para poder ejercer su arte, sus inquietudes y declarar su rabia ante la discriminación. Cada una "a su manera" como dice la canción popularizada por Sinatra.

Gustavo Sánchez, jefe de prensa del festival internacional Sonar de Barcelona, dice que "sacrificó" horas de su ocio personal, para dar fe, testimonio y voz a estas artistas y acercarnos a sus historia en la Babel de una Nueva York contemporánea donde las oportunidades hay que sudarlas con sangre, pero al menos existen. En la producción ejecutiva tenemos a J. A. Bayona cosa que le honra. No me queda claro si el título del documental es muy apropiado después de escuchar a sus protagonistas, más bien me viene a la cabeza los tatuajes que lucia el personaje que encarnaba Mitchum en "La noche del cazador" en cada uno de sus nudillos: "hate" (odio) y "love" (amor). La cuestión de género tiene aún mucho camino que recorrer para que la sociedad global lo vea como algo normal en función de las necesidades y sentimientos de cada persona ejercidos con libertad. Amanda Lepore, Chloe Dzubilo, Sphia Lamar y T de Long, han puesto y siguen poniendo su granito de arena en la lucha. Y Gustavo Sánchez las hace más visibles en estos tiempos malos para la lírica.

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