La crítica no la ha tratado bien. Dicen, en general, que no aporta nada nuevo. Ellos sabrán. A un servidor le ha parecido que nada tiene que envidiar a aquellas que juegan en la primera división de esta televisión actual donde ya hay "overbooking" de series notables afortunadamente. El documental "Divide y triunfaras. La historia de Roger Ailes" de Alexis Bloom ya nos dejó más menos clarito quién era este señor "hacedor de presidentes", maestro de una televisión capaz de ofrecer aquello que el público menos exigente exige. Comida basura televisiva para engordar y manipular rápida y fácilmente las conciencias  de los inconscientes. En este caso desde un punto de vista políticamente ultraconservador de la cadena de noticias Fox. Obviamente no podemos caer en el maniqueísmo simplón de pensar que otras cadenas de signo opuesto son unos angelitos de la caridad.

Pero además es que el sr. Ailes era un prepotente y déspota de armas tomar (y nunca mejor dicho) que se dedicaba en los ratos que no estaba subiendo la audiencia por métodos deplorables a acosar y abusar de sus empleadas, arruinando las carreras de aquellas que no eran complacientes. Pero como decía la canción los tiempos cambian y ahora corren malos para los acosadores sexuales, pródigos en cualquier ámbito desde el que puedan ejercer su poder, cuyos méritos profesionales no les dan derecho a ello en ningún caso. Todavía me sorprenden aquellos que justifican o no entienden por qué las denuncias son anónimas y de hace décadas. No es lugar para explicar algo que por otra parte me parece obvio. La presunción de inocencia debe ser respetada hasta sus últimas consecuencias al tiempo que se investiguen los hechos en las mismas condiciones.

Ailes fue descubierto y pasó un mal rato para su orgullo  antes de morir a los 10 meses del escándalo, eso sí forrado de millones y viendo a su protegido Trump aposentarse en el despacho oval. Es lo que tiene ser un cabrón y un genio a la vez.

Y dicho esto, el reparto es estupendo al igual que la producción y la interpretación de un casi irreconocible Russell Crowe ya justifica por sí sola el visionado de la serie. Además el director Thomas McCarthy es uno de los santos de mi devoción. Que le voy a hacer.

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