Me sorprendió y mucho ver que salía una versión yanki de la Cena de los idiotas y la presencia de Steve Carell, a veces sorprendente, me convenció para verla con cierta esperanza. El comienzo, pongamos 10 minutos, no es tan sumamente malo pero degenera y a lo grande. Si su homóloga francesa era brillante, con recursos humorísticos trabajados y con personajes creíbles esta revisión peca de ser totalmente contraria, vamos, un pufo.
Empiezo a pensar que me hago viejo y el humor me resulta cada vez más infantil o es que últimamente las comedias norteamericanas parecen escritas por y para niños de 13 años con serias carencias culturales, así que desaconsejo que la veáis y aprovecho la crítica para recomendar la auténtica a todos aquellos que no la han visto.
Si no es para mejorar lo que ya existe no deberían gastar dinero en remakes de este calibre.