Como devorador de cine de animación y confeso seguidor de Pixar, marco religiosamente en el calendario cada uno de sus estrenos. Pues últimamente son muy escasas las alegrías que nos llevamos los que nos gusta esto del cine; en una época de remakes innecesarios, adaptaciones de videojuegos, y demás películas vacías.

El azar me llevo el otro día a ver “el Lince perdido”. No soporto, salvo excepciones, las películas de Dreamworks, así que “Madagascar 2” estaba descartada. Mi otra opción “el valiente Desperaux” estaba agotada. Así que armado con sobrino en ristre, no era cosa de volverse a casa de vacío, y con cierta curiosidad entramos a ver “el Lince de Banderas”.

¿Y que me encontré? Pues lo mejor que un servidor puede encontrarse en una sala de cine: disfruté durante una hora y media. Encontré a una serie de personajes bien definidos, con los que me encariñé, me reí con ellos, temí por ellos, me creí sus motivaciones y me importaba su historia. El guión es muy acertado, y aunque desde el punto de vista técnico la película no llega al virtuosismo visual de sus hermanos mayores, lo que vemos en pantalla no defrauda. “El lince” no puede compararse con grandes obras como “Wall e” o “Ratatouille”, no, pero supera productos pretendidamente “mayores” como “Bee movie”, “El espantatiburones”, “Chicken little” o cualquier de los otros paquetes que sistemáticamente nos cuelan los todopoderosos estudios americanos.

Por otra parte, “El lince perdido” es un tipo de película “distinta” no encaja totalmente con el modelo clásico de película de animación, lo cual no tiene porque ser malo en absoluto. Por momentos recuerda más una película de acción o aventuras. En su desarrollo peca de cierta irregularidad, con algunas partes demasiado infantiles y otras más adultas. Esta indecisión puede ser consecuencia de ser el debut de la productora Kandor Moon, pero desde luego se intuye un potencial muy interesante.

La película conecta con el público. Los espectadores en la sala, mi sobrino incluido, no se salieron de la historia y reaccionaban adecuadamente a cada una de las situaciones. Descubrí una habilidad narrativa, que sin estar exenta de fallos, no había visto antes en el cine de animación español y si me apuran en el cine español en general. Puedo decir que “El lince perdido” siendo opera prima, y habiendo leído de sus limitaciones presupuestarias, es una película que sorprende.

Así que un servidor va a marcar en un calendario la siguiente película de estos Kandor Moon, porque me da en la nariz que nos pueden sorprender; como ya me han sorprendido a mí con esta. Ojala este “Lince” nos traiga un nuevo punto de arranque en una animación española tan proclive a desaciertos, con la excepción de la más que correcta “Nocturna”.

Celebro y aplaudo el estupendo y arriesgado olfato del Banderas productor, trayéndonos dos películas tan recomendables como distintas entre sí: “3 días” y este “Lince perdido”.