Es bien difícil encontrar hoy día films palomiteros que aúnen equilibradamente entretenimiento con calidad, que sin renunciar a su vocación de producto comercial para las masas no insulte la inteligencia del espectador gracias a una cosa, muy rara y pasada de moda, llamada guión. Este “origen” consigue aquello que ni siquiera intentan la gran mayoría de producciones multimillonarias: esforzarse en contarnos una historia a través de la (r)evolución de sus personajes.

Su espectacularidad, que la tiene y mucha, no es una mera excusa para sobrecogernos a base de golpes de efectos especiales, sino que éstos se instrumentalizan en función de lo que se narra y no al revés, como viene siendo la tónica habitual. De lo que se trata es de mostrarnos la odisea de César, un primate de privilegiada inteligencia condenado a sufrir y rebelarse como líder evolutivo de su especie por culpa de la iniquidad humana; una historia emocionante, entretenidísima, bien filmada y mejor hilvanada de lo que parece a simple vista, que se distancia holgadamente, gracias a Dios, del infame remake de Tim Burton, para emerger con identidad propia.

Estando temáticamente circunscrita al género de ciencia ficción, posee una estructura formal de thriller que engancha desde el primer minuto y su interés no decae en ningún momento; aún sabiendo por su condición de precuela hacia dónde se dirige, lo que importa es el cómo y en ese sentido, sean o no ustedes fans del original de Schaffner, es plenamente satisfactoria.

No será una obra maestra y huele a primera entrega de nueva trilogía, ya lo verán si la taquilla acompaña, pero es un buen film, méritos no le faltan y desde luego que en la carrera de “película del verano” parece la clara ganadora, dejándonos con la duda de si habría que crear una nueva categoría en los Óscar al mejor actor digital; Andy Serkis a bien seguro que lo merece.

PD: No salgan disparados de la sala en cuanto aparezcan los títulos de crédito o se perderán la guinda final…