Russell Mulcahy dispuso un gran marrón al siguiente director que recogiera el testigo: tras "Extinción" dejó un legado consistente en la Jovovich con superpoderes y más clones que los de Lucas. Tranquilos, que Anderson se lo soluciona de un plumazo. Comienza con el ataque de Trinit... digo, Alice y sus clones a la sede de la diabólica Umbrella. Fascinante, porque atacan con katanas, metralletas, granadas, sacapuntas, abrelatas y todo lo que podáis imaginar, pero con un simple pestañeo son capaces de arrasar 30 metros cuadrados. Bueno, de un bombazo calcado al de "Akira", mueren todas, menos la original, claro. Tras esto, Alice pierde los poderes mediante una inyección por su afición a los monólogos, pero a pesar de volver a ser humana, sobrevive ¡a la caída e incendio de un helicóptero! ¿Veis que fácil es? Ya podemos comenzar de cero para otra trilogía (sonido de monedas cayendo de máquina tragaperras).

Nuestra heroína coge un avión, como el mundo es un pañuelo se encuentra con Ali Larter amnésica y aterrizan en una azotea (pfff...) donde les esperan los supervivientes más estereotipados posibles: el negro simpático, el latino apañao, la chica que sabes será la primera en morir, un calvo de relleno, el típico personaje repelente y traidor y su ayudante gay, que ya sospechas que mucho más que la chica no durará. Tienen al de "Prison Break" encerrado (lo de este tío con las cárceles ya es fetichismo puro) que resulta ¡oh casualidad!, ser el hermano de la amnésica. Aburrimiento, aburrimiento, aburrimiento, escena de acción aburrida, aburrimiento, tramo final patético.

Fin hasta la quinta parte, señor Anderson, que la van a ir a ver los frikis de siempre y la madre que le parió, porque lo que soy yo...