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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
10
Cine negro. Drama Joe Gillis es un joven escritor de segunda fila que, acosado por sus acreedores, se refugia casualmente en la mansión de Norma Desmond, antigua estrella del cine mudo, que vive fuera de la realidad, acompañada únicamente de su fiel criado Max. A partir de ese momento, la actriz pretende que Joe corrija un guion que ella ha escrito y que va a significar su regreso al cine. (FILMAFFINITY)
16 de febrero de 2010
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Billy Wilder ha contribuido al patrimonio artístico cinematográfico universal como pocos directores en el mundo. Díganme ustedes, a ver cuántos han dirigido tantas joyas de la comedia: “Primera Plana”, “En bandeja de Plata”, “Irma la dulce”, “Un, dos tres,””El apartamento”, “Con faldas y a lo loco”, “La tentación vive arriba”... por citar algunas. Pero hay otro Wilder. Otro con sonrisa torcida, cinismo inapelable, diseccionador del lado oscuro del ser humano. Es el Wilder cargado de mala leche de, por ejemplo: “Perdición”, “Testigo de cargo” y la que aquí nos ocupa.

“El crepúsculo de los dioses” es el mejor film de cine sobre el cine que jamás se haya rodado. Un guión pluscuamperfecto que hilvana una trama de gusto exquisito, elegante, cínico, oscuro y empapado en toneladas de ironía. Joe Gillis (William Holden) desde el más allá, nos cuenta cómo acabó muerto en una piscina de Sunset Bulevard, remontándose un tiempo atrás. El es un pobre guionista sin blanca, sin proyectos y a punto de serle embargado el coche, amén de deber tres meses de alquiler. Por causas fortuitas entra en la mansión de Norma Desmond (Gloria Swanson), ex diva del extinto cine mudo, que vive cegada por el brillo de su propio recuerdo como estrella gloriosa, atendida por el misterioso mayordomo Max (Erich von Stroheim); ella fue la preferida de Cecil B. DeMille y consolidó el poder de la Paramount. Se encuentra voluntariamente recluida en su propia torre de marfil, alejada de la realidad del mundo, perpetrando un absurdo guión sobre Salomé, a lo que pide al atribulado guionista que perfile su obra.

Este es el punto de partida de una de las mejores películas de la historia, cuya dinámica gira en torno a la relación de interdependencia entre guionista y diva, bajo la atenta mirada del servicial y circunspecto Max. El resultado es simplemente ejemplar. No sabría destacar algo del conjunto, pues todo en ella es tan eminentemente espléndido que roza la perfección tanto de forma como de contenido. Plagada de crueldad soterrada, diálogos mordaces y secuencias soberbias, el retrato que ofrece sobre el mundillo del cine es posiblemente el más negro, excelente y desencantador que yo haya visto. La artificiosa exaltación de nuestro propio ego a la que lleva la fama, puede transformarnos en tiranos caprichosos, esclavos del deforme recuerdo de algo que jamás volverá y que nos consume inmisericorde. La necesidad puede llevarnos a abrazar aquello que considerábamos imposible de aceptar, y probar los lujos de una vida desahogada es fácil, pero renunciar a ellos, no tanto.

A todo esto, cabe aclarar que por el hecho de saber de antemano el destino de Joe Gillis, no piensen que la trama pierde interés o que esté exenta de sorpresas (ver spoiler), ni mucho menos, Wilder se las apaña para girar hacia rumbos inesperados con una maestría incuestionable. Imprescindible clase magistral de buen cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RandolphCarter
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