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Estados Unidos Estados Unidos · Bon Temps (Louisiana)
Voto de RandolphCarter:
10
Cine negro. Intriga. Drama Comienzos de la Guerra Fría, en Viena, 1947. El norteamericano Holly Martins, un mediocre escritor de novelas del Oeste, llega a la capital austríaca cuando la ciudad está dividida en cuatro zonas ocupadas por los estados aliados de la II Guerra Mundial. Holly va a visitar a Harry Lime, un amigo de la infancia que le ha prometido trabajo. Pero su llegada coincide con el entierro de Harry, que ha muerto atropellado por un coche en plena ... [+]
30 de enero de 2010
19 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Carol Reed se ganó un lugar en el firmamento hollywoodiense al dirigir este clásico básico, magnífica adaptación de Graham Greene donde se tocó techo en cuanto a calidad cinematográfica en el cine negro. Luces y sombras acechan en una Viena devastada por la guerra, lugar donde Holly Martins –novelista del tres al cuarto- va a encontrarse con su viejo amigo Harry Lime, de quien dicen que ha fallecido atropellado. Las versiones de los presuntos testigos no concuerdan, y el escritor de libros baratos, cuan jinete solitario de Santa Fe, decide investigar por su cuenta los hechos. Todo en este film es de una elegancia y sabiduría soberbias, un perfecto mecanismo de relojería en el que drama, romance, comedia e intriga se dan la mano para conformar un ejemplo de lo que es cine con mayúsculas.

Uno de los puntos fuertes de “El Tercer Hombre”, es el personaje interpretado por Orson Welles, con esa particular ética: "En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Angel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, quinientos años de democracia y paz y ¿qué tenemos? El reloj de cuco”. Este brillante fragmento define axiomáticamente el carácter perturbador y maquiavélico que imprimió a la némesis de Martins, hombre ético y cabal, que padece de exceso de idealismo romántico. Y este es uno de los platos fuertes, su carga moral; ¿lealtad o traición? ¿amistad o justicia? Tales son los dilemas que el atribulado protagonista debe afrontar en sus correrías en pos de la verdad.

Aparte, esos encuadres en diagonal, esos puntos surrealistas –el niño de la pelota, el loro aficionado a dedos ajenos, la verborreica portera pegada a la manta- otorgan, junto a los claroscuros de la excepcional fotografía de Robert Krasker, una textura casi surrealista al relato, rematado con una de las mejores secuencias finales de la historia. En las cloacas, entre los laberínticos pasillos del subsuelo vienés se decidirá el destino de los protagonistas en la que posiblemente sea la mejor persecución a pie jamás filmada.

De visión obligada para aquellos que afirman amar el séptimo arte en general y el cine negro en particular.
RandolphCarter
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