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Voto de Jormungander:
10
8,2
169.483
Drama
Gran Bretaña, en un futuro indeterminado. Alex (Malcolm McDowell) es un joven muy agresivo que tiene dos pasiones: la violencia desaforada y Beethoven. Es el jefe de la banda de los drugos, que dan rienda suelta a sus instintos más salvajes apaleando, violando y aterrorizando a la población. Cuando esa escalada de terror llega hasta el asesinato, Alex es detenido y, en prisión, se someterá voluntariamente a una innovadora experiencia de ... [+]
10 de agosto de 2012
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Condicionar la conducta humana, eso es algo que siempre se ha hecho. Bien sea mediante leyes que imponen castigos o conceden premios, bien sea mediante la promesa mística de un paraíso o la amenaza de un infierno. Siempre se ha hecho y a todos nos parece que así debe ser, en efecto, pues por los intersticios de nuestra "bien avenida" y "colaboradora" sociedad siempre han circulado sociópatas y otros agentes egoístas que persiguen su propio bien y huyen de su propio sufrimiento sin sentir la más mínima compasión por el prójimo, individuos carentes de empatía que son capaces de disfrutar con el sufrimiento ajeno y que, si bien serían capaces de comprender racionalmente la idea del "contrato social" y los beneficios de la colaboración con el vecino, no parecen capaces de SENTIR ante el dolor del otro esa sensación desagradable que, en mayor o menor medida, experimetaría cualquier persona corriente.
Como digo, todos aceptamos que debe hacerse lo posible por CONDICIONAR la conducta de estos elementos y que el castigo es la mejor forma. ¿Qué mejor manera de condicionar el comportamiento de un individuo egoista que apelar a sus INTERESES EGOÍSTAS con la amenaza de una sanción? Quizá ese psicópata antisocial no comprenda por qué no está bien hacerle daño a otra persona, pero sin duda comprenderá por qué no le interesa pasar la mitad de su vida entre rejas o morir electrocutado. Problema resuelto, disuadimos al criminal mediante la amenaza de un sufrimiento que experimentará él en caso de que provoque sufrimiento a los demás.
Lo curioso es lo que pasaría si llevasemos esa idea a las últimas consecuencias. Si ideasemos un sistema de disuasión eficaz hasta niveles óptimos, gracias al cual el castigo cayese como un rayo sobre el sujeto que hace el mal, condicionándolo inmediatamente a desistir y a actuar según el código moral de la comunidad ¿Qué pasaría?. Esa idea es perturbadora, lo cual no deja de sorprender, pues no es más que la idea de hacer más eficaz el vigente sistema que nadie cuestiona. Parece evidente que debe amenazarse con el palo a quienes no entienden que provocar el sufrimiento ajeno está mal, pero cuando la actuación del palo es tan inmediata que anula totalmente el libre albedrío del individuo, convirtiéndolo en una máquina incapaz de tomar el camino que no debe tomar, entonces indudablemente se ha perdido algo importante. Nadie en su sano juicio desea una sociedad mecánica que elimine la voluntad de cada miembro y pese a ello esa parecería ser la máxima aspiración de toda comunidad de personas que aspire a erradicar las nocivas actuaciones de los miembros más egoístas y antisociales.
En este film, igual que en el anterior de Kubrick, los autores no nos ofrecen moraleja alguna y así es como debe ser. Simplemente se nos plantean cuestiones y se nos invita a reflexionar sobre ellas. Algunas de estas cuestiones he tratado de exponerlas como he podido en los tres párrafos anteriores, otras que no menciono darían también mucho en que pensar, como la insaciable sed de venganza que muestran las víctimas de Alex, que no se verá satisfecha por mucho que ahora él sea un individuo "reformado"; también los apocalípticos discursos del clérigo de la cárcel sobre el infierno (otro antiguo método motivador de conductas que apela a los intereses egoístas del criminal y que aquí se nos muestra ya como inútil, pues los presos se mofan de él); también es interesante el hecho de que esa clase de bárbaros antisociales que he descrito, paradójicamente sean reclutados para formar parte de las fuerzas del orden, mejor tener al monstruo del lado de la ley ¿No?.
Pero no sólo el fondo de la película (que debemos al autor de la novela, Anthony Burgess) me parece sumamente admirable, sino que la forma en que está hecha (que debemos a Stanley Kubrick) a mi juicio no podía haber sido mejor.
Como digo, todos aceptamos que debe hacerse lo posible por CONDICIONAR la conducta de estos elementos y que el castigo es la mejor forma. ¿Qué mejor manera de condicionar el comportamiento de un individuo egoista que apelar a sus INTERESES EGOÍSTAS con la amenaza de una sanción? Quizá ese psicópata antisocial no comprenda por qué no está bien hacerle daño a otra persona, pero sin duda comprenderá por qué no le interesa pasar la mitad de su vida entre rejas o morir electrocutado. Problema resuelto, disuadimos al criminal mediante la amenaza de un sufrimiento que experimentará él en caso de que provoque sufrimiento a los demás.
Lo curioso es lo que pasaría si llevasemos esa idea a las últimas consecuencias. Si ideasemos un sistema de disuasión eficaz hasta niveles óptimos, gracias al cual el castigo cayese como un rayo sobre el sujeto que hace el mal, condicionándolo inmediatamente a desistir y a actuar según el código moral de la comunidad ¿Qué pasaría?. Esa idea es perturbadora, lo cual no deja de sorprender, pues no es más que la idea de hacer más eficaz el vigente sistema que nadie cuestiona. Parece evidente que debe amenazarse con el palo a quienes no entienden que provocar el sufrimiento ajeno está mal, pero cuando la actuación del palo es tan inmediata que anula totalmente el libre albedrío del individuo, convirtiéndolo en una máquina incapaz de tomar el camino que no debe tomar, entonces indudablemente se ha perdido algo importante. Nadie en su sano juicio desea una sociedad mecánica que elimine la voluntad de cada miembro y pese a ello esa parecería ser la máxima aspiración de toda comunidad de personas que aspire a erradicar las nocivas actuaciones de los miembros más egoístas y antisociales.
En este film, igual que en el anterior de Kubrick, los autores no nos ofrecen moraleja alguna y así es como debe ser. Simplemente se nos plantean cuestiones y se nos invita a reflexionar sobre ellas. Algunas de estas cuestiones he tratado de exponerlas como he podido en los tres párrafos anteriores, otras que no menciono darían también mucho en que pensar, como la insaciable sed de venganza que muestran las víctimas de Alex, que no se verá satisfecha por mucho que ahora él sea un individuo "reformado"; también los apocalípticos discursos del clérigo de la cárcel sobre el infierno (otro antiguo método motivador de conductas que apela a los intereses egoístas del criminal y que aquí se nos muestra ya como inútil, pues los presos se mofan de él); también es interesante el hecho de que esa clase de bárbaros antisociales que he descrito, paradójicamente sean reclutados para formar parte de las fuerzas del orden, mejor tener al monstruo del lado de la ley ¿No?.
Pero no sólo el fondo de la película (que debemos al autor de la novela, Anthony Burgess) me parece sumamente admirable, sino que la forma en que está hecha (que debemos a Stanley Kubrick) a mi juicio no podía haber sido mejor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La música juega un papel importantísimo en la película, al igual que en la novela de Burgess, aunque aquí el protagonista centra más su interés en Beethoven mientras en el libro es un melómano que disfruta de muchos otros compositores y aquí es solamente la Novena Sinfonía del citado compositor la que pasará a tener el mismo efecto sobre Alex que la ultraviolencia y sus otros "hobbies" tras su tratamiento. Una composición musical castiga a nuestro "héroe", pues otra composición musical (Singin' in the rain) lo había delatado unas horas antes ante su antigua víctima sedienta de venganza. ¿Y qué decir de toda esa otra música que sin jugar un papel tan protagónico en la historia acompaña gloriosamente a las mejores escenas de la película? Desde composiciones de Rossini como "La Urraca Ladrona" o diversos fragmentos distintos de "Guillermo Tell" hasta el tema principal que es una desquiciada adaptación de Walter Carlos de una composición funebre de Henry Purcell. En especial ésta composición, a mi juicio, ensalza la película a niveles estratosféricos cada vez que suena.
Después está el tema de la estética, que lejos de hacer "desfasada" la obra la ayuda a ser más inmortal, pues la hace única y dificilmente olvidable.
Con ésta ya van dos obras maestras de Stanley Kubrick que reviso en esta página y son los dos motivos de peso para que sea mi director favorito.
Después está el tema de la estética, que lejos de hacer "desfasada" la obra la ayuda a ser más inmortal, pues la hace única y dificilmente olvidable.
Con ésta ya van dos obras maestras de Stanley Kubrick que reviso en esta página y son los dos motivos de peso para que sea mi director favorito.