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España España · Cáceres
Voto de ÁAD:
5
Drama Jill (Brigitte Bardot) se instala en París para convertirse en bailarina. Gracias a un fotógrafo que se fija en ella, pasa de ser una simple modelo de revistas de moda a convertirse en una verdadera estrella acosada por los periodistas, perdiendo así su vida privada. Intentando escapar de los fans y de la prensa, acude al festival de Spoleto, en Italia, para reunirse con Fabio (Marcello Mastroianni), un director del que se enamora. (FILMAFFINITY) [+]
30 de junio de 2021
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Una peculiar visión de la privacidad en una época muy temprana, 1962. Abordaba un tema controvertido y problemáticos, que siempre ha tenido vigencia y pujanza pero que ahora más que nunca es de una actualidad impresionante. La cinta, que tiene algo de película al servicio de BB en plena madurez (¿artística?), puede leerse como un a historia autobiográfica de la protagonista. Una mujer arrollada por la fama y la popularidad, atropellada por el cine y sus exigencias, que no logró sacudirse esa fama, ese "San Benito" de mujer al servicio de los hombres a los que vuelve locos. Algunos aspectos de la película recuerdan incluso aspectos escabrosos de su vida, como el intento de suicidio no siempre bien explicado, lo cual recrudecía el morbo de la cinta. La verdad es que de todas las películas que he visto suyas ninguna me ha dejado verdaderamente impresionado. No la recuerdo con una gran actuación en ninguna de ellas, con variedad de registros, con personalidad, con la necesaria intensidad. No creo es una gran actriz. Para ser una actriz que rodó 47 películas (desde 1957 a 1973, muy poco años si se ve en comparación con las grandes carreras de las mejores actrices), no es recordada en el mundo del cine más allá de su personalidad de sexy girl. Eso sí, era guapísima, toda ella un canon de belleza en sí mismo. Una belleza, por así decirlo, europea del sur, algo "rellenita" con la cara redonda, facciones muy suave, piel muy clara y un pelo rubio que probablemente no era del todo suyo.
Marcello Mastroianni es un actor capaz de narrar cualquier cosa. Siempre me ha recordado a Paco Rabal. Un hombre racial, dramático, apasionado, con la energía del hombre capaz de sí mismo. Aunque le veo más fino, y también con más registros interpretativos. Un actor más cuajado, más señero, más solemne, más canónico y ortodoxo. Pero ambos se me parecen
El mensaje de la película está bien traído, pero como me ocurre con todo lo de Malle, incluso con lo más célebre, no me acaba de llenar. Sólo me ha parecido una maravilla Ascensor para el cadalso (1958). Lacombe Lucien (1974) me parece una provocación necesaria en una sociedad excesivamente orgullosa de sí misma por su resistencia al terror nazi. Algo tiene también Atlantic City (1980), pero no es, al menos para mi, la maravilla que algunos críticos dicen que es. La recuerdo más bonita de lo que es, y la he visto varias veces.
El papel de la prensa queda como unos zorros, fatal, como una pirañas sedientas de su ración de carroña diaria. No se comprende bien cuál es la relación entre la soledad que pretende la bailarina, esa privacidad que busca denodadamente con el nuevo amor que surge. No parece el terreno más abonado para que florezca una pasión romántica. Eso no lo resuelve bien el director.
La música es notable, acompaña bastante bien y no se inmiscuye demasiado en la trama.
Por momentos la película busca un estilismo estético que no consigue, mucho menos con las escenas de interiores, incapaces de proyectarnos hacia esa soledad que rodea a la protagonista.
Una película más, no especialmente notable. Quizá en su momento tuvo predicamento, pero no ha envejecido bien.
ÁAD
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