Qué difícil es llenar los zapatos de Miguel Gila. Han venido un grupo de las personas mas graciosas de la actualidad española, de todos los estilos cómicos (Que gustito da ver a la pareja de Estirando el chicle o a Ignatius en estos lugares) a intentar imitar lo que hacía el que posiblemente fue una de las personas mas graciosas de la historia reciente de España y... Si, pero no.

Son zapatos grandes y la melancolía juega un gran lugar y no favorece al producto. Nuestra mente y el corazón recuerdan los monólogos de Gila como una obra maestra y su estilo era muy peculiar, así que supone un gran reto para este elenco el poder llegar al nivel que se requiere.

Aun así, pese a ser una tarea titánica, lo consiguen. Adaptan los monólogos a sus tiempos y cada uno juega su personaje cómico sin mucha dificultad. Si no fuera por los aplausos cada vez que entra y sale un monologuista, estos podrían ser un grupo de amigos en una casa que han decidido aprenderse cada uno una sección de Gila y representarlas entre todos.

Las escenas que juegan alrededor de Gila son soplos creativos, de aire fresco y se agradecen. La versión del enemigo con la llamada, Pantomima siendo... Pantomima... Todo ello llevado de la mano de Carolina y Victoria como maestras de ceremonias.

En general es un producto fresco, con un formato nuevo y que se podía volver a traer a Netflix con personajes como Eugenio. Pero te avisamos: Saca tiempo, porque tras ver los 76 minutos de monólogos tendrás la necesidad de ver extractos de Gila para rememorar y volver a confirmar lo grande que era.