Es la segunda vez que la veo. Y es una buena película para televisión, que tiene la pinta de ser el piloto de una fallida serie.
Se enmarca dentro de lo que podríamos catalogar como un “estilo televisivo del terror” que, aunque cuenta con elementos recurrentes en otras series (tales como las carreras proyectadas a cámara lenta para insuflarle cierta “magia”), tiene ciertas características comunes: uno o varios objetos malditos, efectos especiales muy pobres pero sabiamente escogidos, protagonistas con un cierto gancho sexual (que en el caso de las mujeres son una copia edulcorada de las “chicas Hammer” que tanto “motivaron” al Dracula de Christopher Lee, gracias a unos escotes y a una sensualidad que aquí faltan), y unos antagonistas recocibles desde el comienzo. Es como un episodio del detective Colombo, en el que sabemos desde el comienzo quien es el villano o villanos, pero cuya presentación te engancha tanto que quieres ver como se atrapa a estos.
El filme se ve con gusto y tiene sus sorpresas, además de un encanto particular. El trabajo fotográfico es bueno, y el actoral notable. La música no es “ni fú, ni fa...o sol”. Es un extraño regalo para quienes disfrutamos con agrado de este estilo con cierta... nostalgia.