La pseudoterapia de Abel no tiene ninguna base científica y me parece que el desnudo al comienzo de esa terapia no tiene otro objetivo que mostrar el bonito cuerpo del actor. El personaje gay no puede ser más tópico pero, a la vez, mata a un amigo y se casa con la mujer de este amigo; ella le está muy agradecida de que haya matado a su marido y él se casa con ella por no sé qué razón disparatada también. Los padres gordos observan sin hacer nada cómo el hijo delgado hace auténtico bullying a la hija gorda. Una pareja que está enamoradísima se acaba separando porque a él no le gustan las tetas grandes. Una mujer que ha ganado peso y que ha sido siempre fiel a su pareja decide dejar a su pareja, a quien quiere, para lanzarse a una vida de promiscuidad continua. Hay también un retrato paródico y poco creíble de una pareja perteneciente a un grupo religioso. Hay bastantes ejemplos.
Todos los temas están tratados con muy poca gracia, mucho sexo de cama y un lenguaje soez, lleno de tacos, insultos y gritos. Se tratan temas muy serios (acoso escolar y en la familia, discriminación, culpa, baja autoestima, religión, amor, sexo, etc) con una enorme frivolidad y superficialidad. Se tiene la impresión de que el director quiere dar lecciones de tipo filosófico-vivencial basándose, no en una esmerada documentación o en una profunda experiencia personal, sino más bien en charlas con los amigotes de turno, rodeado de unas cuantas litronas. El producto final es, por lo tanto, vacío, pretencioso, grotesco y falto de buen gusto y de buen hacer. Además, la película tiene un cierto regusto moralizante con respecto a los gordos, especialmente cuando se insinúa que la obesidad la produce el gordo por sus problemas personales no resueltos. ¡Pobres gordos, encima de cornudos apaleados!
Probablemente es la peor película que he visto en una década. Un auténtico bodrio.