Entretenida obra de Poncela con diálogos totalmente subrealistas que, presumo, deben ser más divertidos durante la lectura de la obra, pues permite recrearte en ellos. Interpretados pasan demasiado fugaces. A partir de la mitad de la película, se vuelve reflexiva sobre la condición humana respecto a los roles intergeneracionales.

La obra tiene la calidad que antaño exigía TVE en toda su programación, y especialmente en 'Estudio 1'. Las actuaciones son correctas y sin caer en la sobreinterpretación a la que el guión se presta.

Cuesta ver a Amparo Baró sin repartir collejas, y sorprende ver a una Teresa Rabal que es una atractiva sílfide (por segunda vez, porque también me cautivó su belleza en 'Españolas en París'). Nada que ver con esa petulante con aspecto de ogra de shrek que presentaba 'Veo veo'.

Recordaba con cariño haber visto esta historia en mi niñez.