Val Kilmer, el que un día fuese estrella de moda en Hollywood, ha acabado haciendo estas películas que en otra época hubiesen salido directamente para el VHS. En ella vemos a Val viejo, y gordo como un sollo, que si da una carrerita de 100 metros se le sale el corazón por la boca.

La historia flojea porque no se tiene en pie que un señor esté perseguido por una banda y por la policía, que lo busquen por un parque, y que él no se escape del parque en un descuido. No sólo no se escapa, si no que cada dos por tres se pone a llamar desde la cabina de teléfonos.

Luego hay un chavalín negro que se hace amiguete suyo, y que seguro que en la versión original resulta gracioso y encantador, pero eso se pierde en el doblaje.

Todo parece improvisado y muy ad hoc. Los personajes no son convincentes. La banda sonora es inexistente.
En resumen, una película ideal para echarse la siesta.