Adelantándose al cineasta mexicano Luís Mandoki, el director Fabrizio Aguilar retrata las injusticias cometidas en contra de la infancia, al obligar a niños a enrolarse en el ejercito opositor al gobierno represor del Perú contra el que se lucha y manifiesta ante las inminentes injusticias que viven a diario las clases más desprotegidas y marginadas del país sudamericano. Paloma de papel es la experiencia de un niño aislado de su comunidad y sometido a rigurosas sesiones de acondicionamiento, así como rutinas y prácticas ingratas que le arrebatan en un abrir y cerrar de ojos la infancia, el derecho a vivir con tranquilidad y en la que su única preocupación debería ser con los libros y cuaderno de apuntes.

Paloma de papel es un drama bien llevado, sin caer en el sentimentalismo o escenas innecesarias da una muestra de la injusticia cometida por aquellos que la claman y cometida en contra de los suyos, quienes se encuentran en la línea que divide la legalidad de lo ilícito, al acecho de los dos grupos y victimas del choque de ideas o normas con las que son regidos.

Fabrizio Aguilar con su trabajo se convierte en una opción más de la cinematografía peruana, donde Francisco Lombardi destaca por la calidad y diversidad de sus películas. Hay que tener en cuenta el nombre de Fabrizio Aguilar de entrada su primer película me resulta notable.