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Voto de Coleccionista Visual:
8
19 de agosto de 2007
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maryse Sistach y José Buil continúan con la presentación de su ya tan mencionada trilogía, que este año concluyó con “La niña en la piedra”, y que antecedió Manos libres, con la que la pareja de cineastas vuelve a incomodar con sus personajes que se salen de clase social baja y estereotipada para entrar a la media y alta. Ahora la trama se centra en el llamado secuestro express y/o virtual, problemática latente en nuestro país y que no se ha podido erradicar del todo.
Dos protagonistas inadvertidas, dos antagonistas con convicciones dudosas, padres presentes y ausentes, un plan con astucia, así como un mal entendido, son los componentes de está nueva historia que rompe con lo establecido, la clase baja, como el meollo del problema. Aquí uno de los llamados juniors o hijos de papi, acostumbrado a obtener lo que se propone planea un secuestro muy particular y de resultados inesperados. Manos Libres, nadie te habla, es muy ágil, las situaciones no son forzadas ya que las acciones de cada uno de los personajes son muy acordes la edad que tienen.
Esta película también presentada en la Muestra Internacional de Cine, encuentra su exhibición en complejos comerciales año y medio después y no logra mantenerse suficiente tiempo en las salas, precisamente por la opinión expresada de una mayoría: un cansancio de lo leído en periódicos, escuchado en la radio y visto por televisión en todo momento.
Esperemos que al después de la tercera entrega, Sistach y Buil exploren otras tendencias que evite que los coloquen en los retratistas de la nota roja de una ciudad tan loca como ésta.
Dos protagonistas inadvertidas, dos antagonistas con convicciones dudosas, padres presentes y ausentes, un plan con astucia, así como un mal entendido, son los componentes de está nueva historia que rompe con lo establecido, la clase baja, como el meollo del problema. Aquí uno de los llamados juniors o hijos de papi, acostumbrado a obtener lo que se propone planea un secuestro muy particular y de resultados inesperados. Manos Libres, nadie te habla, es muy ágil, las situaciones no son forzadas ya que las acciones de cada uno de los personajes son muy acordes la edad que tienen.
Esta película también presentada en la Muestra Internacional de Cine, encuentra su exhibición en complejos comerciales año y medio después y no logra mantenerse suficiente tiempo en las salas, precisamente por la opinión expresada de una mayoría: un cansancio de lo leído en periódicos, escuchado en la radio y visto por televisión en todo momento.
Esperemos que al después de la tercera entrega, Sistach y Buil exploren otras tendencias que evite que los coloquen en los retratistas de la nota roja de una ciudad tan loca como ésta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Ignoro si está trama sea de la extracción de un hecho real, como las otras dos, pero aseguro que todo encaja y nada resulta inverosímil:
El cambio de ropa en las chicas es una práctica común, en esa edad, es un síntoma de la búsqueda de la identidad que los adolescentes experimentan. Este hecho pone a uno de los padres en encrucijada inesperada.
Los malhechores al acecho de sus víctimas estudiando el nivel socioeconómico y psicológico de ellas: por apariencia y objetos así como por edad respectivamente. Niñas que no compliquen el plan, digamos fáciles de engatusar, en una de las mejores plazas comerciales de la ciudad, aun cuando no se dice el nombre, nos resulta de alguna forma familiar.
El cambio de ropa en las chicas es una práctica común, en esa edad, es un síntoma de la búsqueda de la identidad que los adolescentes experimentan. Este hecho pone a uno de los padres en encrucijada inesperada.
Los malhechores al acecho de sus víctimas estudiando el nivel socioeconómico y psicológico de ellas: por apariencia y objetos así como por edad respectivamente. Niñas que no compliquen el plan, digamos fáciles de engatusar, en una de las mejores plazas comerciales de la ciudad, aun cuando no se dice el nombre, nos resulta de alguna forma familiar.