Dado que a los directores mexicanos les atrae realizar películas en coproducción con Colombia, la presente no puede ser la excepción para narrar una efímera historia de amor entre un yuppie y una chica campirana, desarrollada en medio de la ilegalidad y corrupción imperante en América latina, y fortalecida por la ignorancia en cualquier ámbito. El filme va con miras a la denuncia, mezcla los géneros convenientemente para satisfacer los deseos de la gente, como escenas de persecución, playeras y triángulos amorosos que desaten adrenalina en el espectador.

Como el típico melodrama televisivo, Amar a morir encajona a los protagonistas en diferentes contextos: él, dentro las altas esferas del poder económico, y ella se desenvuelve en un pueblo de poca infraestructura y notable necesidad, los cuales irónicamente se ven íntimamente relacionados con el narcotráfico, circunstancia que cuartará la felicidad de Alejandro y Rosa, además de su falta de autonomía dentro de las relaciones que mantienen en sus círculos sociales.

La película en general es entretenida, pero faltó más desarrollo y en el guión para alcanzar mayor puntaje; es insuficiente la actitud de los personajes para creerles sus problemas y miedos que les atañen; la película se convierte en un drama romántico predecible y de argumentos poco sólidos que toma fuerza para aquellos afines al género o se desborona para quienes exigimos mucho más de lo ya visto.

Películas como ésta, Rosario Tijeras o Satanás tratan de ganar adeptos dentro del mismo público hispano, mostrando calidad variante en cada una de ellas; las dos primeras colocan al hampa y el sistema corrupto en papel primordial, mientras que para el trabajo de… la virtud se encuentra en el guión centrado en la búsqueda interna de los demonios y la inestabilidad que experimentan en relación directa con el prójimo, lo que hace un trabajo exento del estereotipo.

Opción para una tarde de domingo con aburrimiento, sólo eso.