Es innegable que en México se vivan momentos difíciles en cuanto a inseguridad se refiere, el desempleo y la crisis agudizan el problema desde hace algunos años. Dentro del cine cobró mucha fuerza para que cada cinta producida se rigiera por ladrones y crímenes, la gran mayoría en dramas conducidos a tragedia que la gente comenzó por ignorar y reafirmar su gusto por el producto transnacional.

Aunque a la fecha continúan realizándose películas con el mismo tópico, tales como Nesio, Partes Usadas, Fuera del Cielo e incluso La zona, hay quienes han explorado por otra línea, sin concluir en el caos y desencanto que el ámbito criminal adquiere.

Para 1999 Fernando Sariñana hace un retrato de la corrupción y el crimen organizado muy particular a través de la sátira, con un hecho cotidiano, en el cual Gabriel (víctima de un asalto) comienza a inmiscuirse en una línea de investigación ajena a la oficial para descubrir sorpresas dentro del mismo cuerpo policíaco, quien lo induce al olvido dado que las investigaciones son lentas, implican perdida de tiempo y dinero para que éstos den prioridad al caso. Increíble pero cierto, en México suceden muy a menudo situaciones como ésta.

Para la filmación de esta película, Sariñana se benefició de los cambios políticos que vivía nuestro país, y facilitarle la denuncia directa acerca de la intromisión de altos mandos de la policía en el robo de autos de lujo.

La comedia adereza la crudeza de la realidad, personajes aunque un poco inverosímiles mantienen escenas muy chuscas. La intervención de Luis Felipe Tovar (Elvis), el multifacético actor se integra muy bien al proyecto, llámese drama o comedia.

Aunque está película es bastante comercial tiene mucho más contenido que las últimas dirigidas por el hoy director de canal 11 de la televisión.