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Voto de Juan Marey:
9
Comedia Espósito es un ladronzuelo que tima a los turistas en Roma, pero tiene la mala fortuna de volver a coincidir con una de sus víctimas. Se inicia entonces una larguísima persecución por parte del policía Bottoni, que al fin logra detenerle. Pero en un descuido, Espósito logra huir. Los superiores de Bottoni le comunican que, si no logra capturar al timador, se quedará sin trabajo. Así que Bottoni, para atraparlo, llegará a introducirse en ... [+]
28 de julio de 2013
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial película del dúo Steno-Mario Monicelli, con dos actores, Totò y Aldo Fabrizi, sencillamente inconmensurables. Totó es un ladronzuelo de poca monta que tiene como una de sus especialidades el timar a turistas recién llegados a Roma. Tras una de estas aventuras, tiene la mala pata de volver a coincidir con una de sus víctimas, se inicia entonces una larga, larguísima persecución, a cargo del regordete policía Bottoni (Aldo Fabrizi), que al final logra detenerlo, pero el bueno de Totó es muy escurridizo y logra escaparse, entonces sus superiores lo ponen ante una difícil tesitura: si en el plazo de tres meses no lo atrapa, se quedará sin trabajo.

Como ya he comentado, Totò y Aldo Fabrizi están sencillamente inconmensurables. Pocos actores tan divertidos como Totó, su largo rostro puntiagudo, su boca saliente, sus ojos grandes y caídos ayudaban a una comicidad que él sabía conducir por los caminos de la ternura, fantástico, maravilloso como ese ladronzuelo de poca monta al que todos le tomemos afecto. Grande, grande también el trabajo de Aldo Fabrizi, el extraordinario sacerdote de “Roma, città aperta”, que mostraba aquí sus espléndidas condiciones para la comedia y que consigue que también los policías de “Guardias y ladrones” sean vistos con cierta simpatía.

A simple vista podría parecernos la típica comedia de enredo en la que acabemos desternillándonos de la risa, pero yo de vosotros no me fiaría, aquí reside la gran magia del director italiano, poco a poco acabaremos embaucados hasta llegar al magistral final de la película, donde sin darnos cuenta seguramente notaremos que la película nos ha llegado adentro, hasta la más sensible de nuestras fibras y probablemente descubriremos con sorpresa que una pequeña lagrimita rueda por una de nuestras mejillas.
Juan Marey
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