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Voto de Juan Marey:
9
Drama Mientras baila en una plaza, la gitana Esmeralda es descubierta por Jehan. Obsesionado por su belleza, el hombre ordenará a Quasimodo, el campanero jorobado de Notre Dame, secuestrarla. Pero cuando Quasimodo es capturado y azotado, Esmeralda será la única que le demuestre su bondad. (FILMAFFINITY)
26 de julio de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La célebre novela de Víctor Hugo “Notre Dame de París” ha dado lugar a ocho versiones desde los orígenes del cinematógrafo, la de Alice Guy Blaché y Victorin-Hippolyte Jasset en 1905, la de Albert Capellani en 1911 o la primera versión americana de Gordon Edwards en 1916 con Theda Bara. La de Worsley es en 1923 la más célebre de las versiones mudas, interpretada por el actor de las mil caras, el gran Lon Chaney y con Patsy Ruth Miller como Esmeralda. Esta brillante versión de la época silente fue sucedida después por la fantástica “Esmeralda, la Zíngara” de William Dieterle en el 39, sin duda la mejor de las versiones sonoras, con Charles Laughton y Maureen O’Hara como protagonistas; la del 56 de Jean Delannoy, con Anthony Quinn y Gina Lollobrigida; y la maravillosa versión animada de Disney en el 96. Existe también una versión India de 1954.

Esta versión que ahora nos ocupa, con magníficas imágenes expresionistas, tiene un ritmo genuino e ingeniosas y en ocasiones escalofriantes imágenes. Fue Irving Thalberg en 1923 quien promovió esta adaptación de “Nuestra Señora de París”, proponiendo a Lon Chaney como intérprete, la dirección se la propuso a Marcel L’Herbier, que rechazó la oferta, siendo aceptada finalmente por Wallace Worsley que había dirigido ya “El hombre sin piernas (The Penalty)”, uno de los primeros éxitos de Lon Chaney en 1920.

Los magníficos decorados de la película fueron los más costosos de la historia del cine mudo desde “Intolerancia” de Griffith, un millón y medio de dólares, un récord para la época, para así poder reconstruir la catedral de Notre Dame con su esplanada, su fachada y todas las calles del viejo París. Dice la leyenda que en las escenas de multitudes los ayudantes de dirección utilizaron por primera vez unos pequeños receptores, que todavía no se llamaban “Walkie Talkies”, para poderse comunicar con el director, uno de estos ayudantes fue un tal William Wyler. La transformación de Lon Chaney en Quasimodo exigía cada día cuatro horas de maquillaje que él mismo había creado, su giba de jorobado pesaba 35 Kg. y estaba fabricada de forma que le obligaba a estar siempre curvado.
Juan Marey
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