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Voto de Juan Marey:
9
Comedia Un joven ambicioso y sin escrúpulos (Dennis Price) proyecta vengar la afrenta que la aristocrática familia D'Ascoyne, a la cual pertenece, les ha infligido a él y a su madre. El plan consiste en eliminar a todos los miembros de la familia que le preceden en la sucesión al título de Duque. (FILMAFFINITY)
2 de junio de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1949, bajo el auspicio de esa extraordinaria productora británica que fue la Ealing, Robert Hamer adapta muy libremente, junto a John Dighton, la novela eduardiana “Israel Rank”, de Roy Horniman. Pieza clave dentro del humor negro británico, este film ilustra como un joven sin escrúpulos eliminará a ocho parientes (todos ellos interpretados por un genial Alec Guinness) que se interponen entre él y la herencia familiar. Planteado como si de un ballet se tratara, cada una de las muertes es un prodigio de ingenio, observada con una mirada tan lúcida como irónica.

La película de Hamer, que toca temas tan dispares como las diferencias sociales, las falsas apariencias, la infidelidad, la pena de muerte y el mundo de los trepas, desborda ingenio en cada una de sus secuencias, éstas están llenas de diálogos frescos y atrevidos, capaz de engancharnos desde un primer momento para ver las maliciosas hazañas de su protagonista en su ansiado ascenso al trono aristocrático. Hamer disecciona a través de tal empresa criminal, irónica y estimulante, a una serie de elegantes e instruidos personajes capaces de comportarse vilmente con tal de salirse con la suya. Lo hace desde una posición aparentemente observadora, sin juicios, convirtiendo así la historia en una comedia, alta comedia, dotada de sofisticado cinismo, cargada de ironía dramática, reconociéndose en su retórica una feroz sátira social.

Interpretaciones excepcionales de personajes mentirosos e hipócritas, que asesinan, chantajean, que abusan de su poder, ya sea económico, intelectual o físico, pero siempre desde la exquisitez y el buen gusto, desde una esmerada educación, pantalla y escudo a la vez de sus más bajos instintos, a los que el espectador contemplará irremediablemente bajo una sonrisa. Excepcional Dennis Price, con su mirada distante cargada de una intensa frialdad rayana en lo despectivo, pero nunca deshumanizado ni falto de ingenio, siempre divertido en las reflexiones en off que acompañan las imágenes. En el momento de su estreno lo más publicitado fue la actuación de Alec Guinness, éste se encargaría de representar ocho papeles, todos los miembros de la familia D’Ascoyne en un show total en el que demuestra toda su increíble sobriedad cómica. Joan Greenwood brilla también en su papel de la perversa amante de Louis, el único personaje a su altura diabólica, capaz de detentar una aparente inocencia cargada de picardía y maldad elemental.

Una brillantísima y sofisticada comedia negra. Una película ingeniosa, mordaz, provocadora, un clásico profundamente moderno, deudor del cine de Lubitsch. Simplemente, deliciosa.
Juan Marey
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