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Voto de Juan Marey:
8
Drama Florencia. Época renacentista. Úrsula, está enamorada de Bertram, el hijo del alcalde, pero la casan, contra su voluntad, con Antón, un anciano escultor. Su amor por Bertram y el odio hacia su marido, la llevan a comprarle veneno a un fraile errante. El fraile, que cree que lo quiere para suicidarse con Bertram, le da una sustancia inocua. En la taberna, Antón escucha una conversación entre el fraile y el alcalde y, aterrorizado, vuelve ... [+]
21 de noviembre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando “La prueba de fuego” llegó a la gran pantalla en 1922, el cine sueco se encontraba en su plena Edad de Oro, liderados por Victor Sjöström, Mauritz Stiller y la productora para la que trabajaban, “AB Svenska Biografteatern” de Charles Magnusson; esta Edad de Oro fue iniciada por la obra maestra de Srtröjöm “Había una vez un hombre (Terje Vigen – 1917) y terminó con el éxodo de Victor Sjöström, Mauritz Stiller y los actores estelares Lars Hanson y Greta Garbo, quienes se sintieron atraídos por Hollywood en 1923 y 1924.

La película que hoy nos ocupa no tuvo el éxito internacional que había tenido su absoluta obra maestra previa, “La carreta fantasma” (1921), y hoy en día es prácticamente desconocida, pero creo que vale la pena reivindicarla porque es una excelente película. En general se percibe como una intención de repetir el éxito comercial que había tenido el otro drama religioso de época realizado por Sjöström, “El monasterio de Sendomir”, 1920). de hecho, la trama y el escenario son bastante parecidas: ambas tratan sobre un matrimonio entre un hombre mayor y una mujer más joven que se rompe violentamente debido a una aventura con un hombre más joven, comparten un énfasis en la religión y la moralidad, y los decorados y vestuario gótico del siglo XVII del “Monasterio de Sendomir” no son diferentes de la Florencia del siglo XV que se muestra en “La prueba de fuego”.

El cineasta sueco encierra a sus personajes en interiores, entre sombras, que remiten a la psique humana, puesto que es ahí donde se desarrolla en conflicto de la protagonista, su lucha entre la vida que le niegan y la muerte que inicialmente ve como única vía de escape. La joven vive en el dolor que para ella implica su inminente matrimonio con Maese Anton (Ivan Hedquist), un hombre mayor a quien odia por verse obligada a ser su mujer, encuentra en él y en la imposición matrimonial algo peor que la muerte, la ausencia de libertad de elección la aparta de la existencia que anhela compartir con el joven a quien ama. Ella debate su culpa o inocencia en un abismo tan sombrío como los espacios que la encierran, el lugar inmaterial donde sufre su alma atormentada y donde surge su necesidad de purificarla, la redención que posibilite la victoria de la vida sobre la muerte. En este juicio psicológico es donde pienso que reside la grandeza de la película y del talento del cineasta sueco para transmitir mediante imágenes esa lucha interna que, una y otra vez, aparece en sus películas, sean anteriores o posteriores.

Su enorme inventiva en el uso de los efectos especiales, como la sobreimpresión, pese a los rudimentarios recursos de la época, así como su belleza visual, obra del director de fotografía Julius Jaenzon, operador habitual de Sjöström, hacen de “La prueba de fuego” una película grande dentro su genero. Sin llegar a alcanzar la calidad de la precedente “La carreta fantasma” si es otra buena muestra del magnífico cine que nos ofreció el maestro nórdico.
Juan Marey
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