El político moderno o los rehenes dificultan la credulidad del relato, en un fallo de casting. Luego, respecto de la trama existe una contradicción brutal que, por lo menos a mí, me deja frío, ya que no se sabe exactamente qué ideas quiere promover. El espectador está a favor de unas ideas y a favor de otras. Nada más iniciar el mediometraje aparecen frases que plantean al espectador que está a punto de ver una obra sobre la revolución del pueblo español en tiempos actuales; hasta ahí bien. Pero conforme se van sucediendo los minutos se comienzan a apreciar contradicciones que descolocan fácilmente, y en un cambio de vuelta hacia la mitad parece que se posiciona a favor de estas personas corruptas (y cuando digo esto no me refiero al dilema principal que se plantea sino más allá, en los monólogos de defensa). Me da la sensación que a fin de cuentas parece una obra a modo de justificación: ¡como todos lo hacen nosotros también!