Sin llegar a cotas altamente memorables (ni de dinero, ni de críticas), ‘Lluvia de albóndigas’ se convirtió hace unos años en un éxito de taquilla. Su combinación imaginativa de humor con la comida (algo con lo que todos los niños y padres se terminan peleando) funcionó lo suficiente como para realizar una secuela, capaz de retomar la acción justo donde la dejamos la última vez.

Y como sucedía en la primera entrega hay que volver a avisar a los padres: cuidado con el aburrimiento. Hay una fase intermedia de la película bastante pesada donde da la sensación que no pasa nada. A pesar de esos ecos a ‘King Kong’ o más claramente ‘Parque Jurásico’ hay un pequeño bajón de ritmo a mitad de película que afecta mucho al desarrollo de la misma. Es justo donde nuestro protagonista (ya sin la voz de Flippy y no le he echado en falta) debe tomar las decisiones más importantes.

Esto no quiere decir que los más pequeños se vayan a aburrir, al contrario, el muestrario de bichos de la isla, las situaciones y alguna que otra coña conseguida hará las delicias de los más pequeños, siendo una película recomendable para llevarlos a ver (indudablemente está repleta de originalidad).

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