Aunque el divertido mundo de los Pokémon me pilla ya un poco “mayorcete”, recuerdo con cariño las horas que gasté pegado a mi Game Boy cuidando y entrenando a estos divertidos animales de fantasía. Ahora, gracias al avance de los efectos digitales, estos bichos parecen más reales que nunca en su primera aventura de acción real.

Pero más allá del impacto inicial y la buena factura que gasta, el lastre de tener una trama tan sencilla y plana termina convirtiendo el film en un simple entretenimiento, un poco disfrutable, pero más encaminado a gustar a los más pequeños de la casa.

Basada en la historia del spin-off del popular videojuego ‘Detective Pikachu’, tenemos a Tim Goodman (un sosainas Justice Smith), chavalito que recibe la terrible noticia de que su padre ha muerto en un accidente automovilístico. Tras tal desafortunado incidente y un ritmo un tanto lento para un blockbuster, viaja hasta Ryme City, la ciudad donde conviven seres humanos y Pokémon en armonía y donde trabajaba su padre como detective.

Es aquí donde la cinta se encuentra más cómoda, mostrando la ciudad, insertando a los distintos pokémon en la cotidianeidad urbanita, dándole un toque colorido, simpático y sobre todo, divertido. De hecho, será la parte que más guste a los fans por la cantidad de referencias.

Pero, como decía, tras esos primeros compases en Rime City, todo vuelve a la normalidad. Aún me pregunto qué hace Ken Watanabe en el film, aparte de cobrar el cheque por aparecer unos minutillos en pantalla. La simplista historia intenta plagar la película de acción y giros que encajan sin mucha sorpresa.

‘Detective Pikachu’, con el esfuerzo de Ryan Reynolds, se salva como película medianamente entretenida cuyos seguidores seguro disfrutarán. Poco más se puede añadir.

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