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Voto de odokm:
9
7,5
542
Drama
Primera parte de la trilogía autobiográfica de Bill Douglas sobre el hecho de crecer en un pueblo pobre de Escocia dedicado a la minería. La penuria, tanto emocional como física, es retratada con libertad, ayudándose de actores locales y no profesionales. (FILMAFFINITY)
24 de enero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será que cada secuencia tiene la duración perfecta. Será que la cámara está colocada en el lugar idóneo. Será la ternura que despierta el personaje de Jaimie, alter ego de Bill Douglas. Hay seguramente algo de todo esto, y más cosas, para lograr que cada escena de esta pequeña película tenga tanta intensidad. Tanto los momentos más tiernos, como los que pasa con el prisionero alemán, como en los momentos más duros, como el asesinato de su gato, la fuerza que desprenden las imágenes es abrumadora por momentos. Son escenas que te abruman por derribo, porque son 45’ sin descanso, uno tras otro grandes conceptos, grandes ideas van apareciendo en tu cabeza sin tiempo para asimilarlas. Belleza en las imágenes, miseria, padres (Jaimie tiene varios padres en la película), vulnerabilidad de la mujer, búsqueda de afectos, carencias (en general), orfandad, tristeza, muerte desde los ojos de un niño, libertad como condena. Y todo esto extraído directamente de la memoria del director, ramalazos o flashes de su infancia que dan la impresión de haber sido extraídos directamente de su cuerpo con una máquina de extraer verdad en lugar de reconstruidos desde su vivencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Si tuviera que quedarme con un tema central en la película elegiría la carencia. La carencia de medios materiales, por un lado, y sobre todo las carencias afectivas y la búsqueda de esos afectos, especialmente la búsqueda de una figura paterna. Aquí destaca su relación con Helmut, que es un prisionero alemán trabajando en el campo escocés. Esta relación empieza como lo que parece ser una relación de amistad entre dos prisioneros en cárceles diferentes; pero poco a poco va cambiando hasta el punto que Jaimie ve, quiere ver, o busca un padre en él. Este cambio queda claro en una correlación de escenas donde el padre biológico de Jaimie (Jaimie aún no lo sabía) le da una moneda. Jaimie, que está en unas escaleras, baja a coger la moneda y inmediatamente vuelve a subir, desconfiado, temeroso, como un gato ante un desconocido. Justo en la escena siguiente se ve a Jaimie con Helmut enseñándole alemán, es importante que sea ahora Helmut el que enseña (como un padre) y no el que recibe clases de inglés. La escena acaba con Jaimie abrazando a Helmut y a través de una felicidad muy genuina escapándosele un “I love you, Helmut”. Que es por otro lado una de las pocas frases que dice Jaimie la película. A destacar también un esta correlación de escenas lo que para Bill Douglas debe ser un padre. No sólo la figura que trae dinero a casa ( el “provider”) simbolizado en el gesto de la darle una moneda; sino también y sobre todo una figura que enseña, que proporciona herramientas para afrontar la vida, que proporciona amor, cariño y afecto.
La otra gran figura adulta de la vida de Jaimie es su abuela. No creo que en este caso represente una figura materna para él. Su abuela es un ser que necesita y merece ser cuidado. Un ser que merece compasión, que de cada arruga de su cara emana sufrimiento, un dolor inabarcable a consecuencia de la tragedia de su familia, del dolor de su hija en un hospital psiquiátrico; dolor que parece será la única herencia que reciban sus nietos. Su abuela desprecia a los dos padres de sus nietos, culpándolos por la desgracia en la que cayó su familia, y su hija concretamente. La escena de la taza de té simboliza cómo la abuela es una figura que es cuidada más que ser cuidadora. Jaimie calienta la taza de té con agua hirviendo y se la pone entre las manos frías de su abuela. Aquí está otra vez la carencia extrema, esta vez son las carencias de medios materiales. Frío, y una taza de té sin té.
Cuando los dos pilares de la vida de Jaimie desaparecen (la abuela muere y Helmut regresa a Alemania tras el final de la guerra), cuando no tiene quien le cuide ni tiene a quien cuidar, cuando los únicos afectos de su vida desaparecen, de repente afronta un abismo. Echa a correr y se va en un tren, da igual a dónde, cuando te quedas solo, no importa dónde estés solo. Cuando de quedas solo, notas el garrote de la libertad más cruda, aquella que viene con la inseguridad más acuciante, aquella en la que el futuro desaparece y el presente se lo traga todo.
La otra gran figura adulta de la vida de Jaimie es su abuela. No creo que en este caso represente una figura materna para él. Su abuela es un ser que necesita y merece ser cuidado. Un ser que merece compasión, que de cada arruga de su cara emana sufrimiento, un dolor inabarcable a consecuencia de la tragedia de su familia, del dolor de su hija en un hospital psiquiátrico; dolor que parece será la única herencia que reciban sus nietos. Su abuela desprecia a los dos padres de sus nietos, culpándolos por la desgracia en la que cayó su familia, y su hija concretamente. La escena de la taza de té simboliza cómo la abuela es una figura que es cuidada más que ser cuidadora. Jaimie calienta la taza de té con agua hirviendo y se la pone entre las manos frías de su abuela. Aquí está otra vez la carencia extrema, esta vez son las carencias de medios materiales. Frío, y una taza de té sin té.
Cuando los dos pilares de la vida de Jaimie desaparecen (la abuela muere y Helmut regresa a Alemania tras el final de la guerra), cuando no tiene quien le cuide ni tiene a quien cuidar, cuando los únicos afectos de su vida desaparecen, de repente afronta un abismo. Echa a correr y se va en un tren, da igual a dónde, cuando te quedas solo, no importa dónde estés solo. Cuando de quedas solo, notas el garrote de la libertad más cruda, aquella que viene con la inseguridad más acuciante, aquella en la que el futuro desaparece y el presente se lo traga todo.