Patillas y peinados ridículos, ropa que da vergüenza ajena, música que no sabe por donde tirar, aunque sea pegadiza la jodida, pero es que no acompaña al film. Artefactos electrónicos que parece que sean el no va más.
La presencia de la Winters para rellenar metraje. El final vergonzoso, después de esos 15 minutos en que parece de verdad una película de acción. Total el negocio no era robar; era cometer el robo para poder vender un sistema nuevo de seguridad.