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España España · Granada
Voto de artacho:
8
Drama Berlín, 1936. Sorowitsch (Karl Markovics), el rey de los falsificadores de moneda, es un judío sin escrúpulos que cree que "la manera más rápida de ganar dinero es fabricar dinero" y no le preocupa en absoluto lo que está sucediendo a su alrededor, ni siquiera la situación de los judíos. Sin embargo, cuando estalla la guerra, es arrestado y llevado a un campo de concentración nazi, donde se ve obligado a trabajar con otros ... [+]
14 de abril de 2008
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica cinta de Stefan Ruzowitzky que nos transporta a la Alemania de la 2ª Guerra mundial para volver a mostrarnos el sufrimiento judío en los campos de concentración nazis.

No hace mucho critiqué en "El último tren a Auschwitz" la falta de originalidad en un tema que estaba ya demasiado manido. Sin embargo, esta cinta nos cuenta, sin descuidar la crueldad de los campos, un capítulo diferente y para muchos desconocido; La historia de unos prisioneros expertos en las artes gráficas que fueron reclutados con el fin de falsificar la libra y el dólar con el objetivo de hundir las economías de los países enemigos. Para ello se centra en la vida de Sorowitsch, un excelente falsificador judío detenido al detectarse su imitación del billete estadounidense. Tras su detención, nuestro protagonista es trasladado a diferentes campos de concentración en los que el hambre y sufrimiento son la antesala de la muerte. Esta agonía lleva a Sorowitsch a agudizar su ingenio y a valerse de sus dotes como pintor para recibir un trato preferencial a cambio de retratar a los oficiales nazis hasta que es destinado al escuadrón de falsificación del que se hará cargo y que le obligará a enfrentarse a su cuenta pendiente, la falsificación del dólar, no sin que antes las amistades hechas en el campo y la ética generen más de un contratiempo.

La caracterización de los personajes es de una calidad altísima, al igual que las interpretaciones. El personaje de Sorowitsch, magistralmente interpretado por Stefan Ruzowitzky, quien consigue una identificación sublime con el mismo, es sencillamente brutal. Experto dibujante, tahúr y mujeriego con el saber estar de aquel que consigue lo que quiere a la vez que obedece a ultranza a ideales tan nobles como la amistad y que contrasta con una filosofía de vida más que discutible pero que muchos añoran.
En cuanto a los aspectos técnicos de la cinta, están muy cuidados. Mención especial a la banda sonora, que con sus tangos provoca en el espectador una comunión especial con la historia contada.

En conclusión, lo que aparentaba ser una película más sobre el holocausto, es una excepcional historia sin apenas carencias que a buen seguro el tiempo colocará entre las mejores de su temática.
artacho
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