Media votos
8,5
Votos
6
Críticas
6
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de aleximca:
10
5,5
448
Comedia
Beatriz es una mujer hispana que practica la medicina sanadora "alternativa". Un día, tras averiarse su coche en casa de uno de sus clientes millonarios, se une como invitada a una fiesta en esa vivienda en la que estarán solo norteamericanos. (FILMAFFINITY)
9 de octubre de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anoche ví esta película. Hace mucho que no escribo por aquí, sólo lo hago cuando considero que alguna película vale la pena. Esta lo vale. Hace pensar sobre nuestros deseos, temores, odios y alegrías; y encontrar proyecciones, desengaños y aceptaciones. Pero mi crítica es para quienes ya la han visto. Voy a hacer lo posible para no relatar todo el hilo de la película, sino el sentido de fondo, que creo que es lo más interesante. Al ser una crítica para quienes ya la vieron, no necesito relatar lo que sucedió, sino compartir lo que creo que es el alma de la película. Por eso me voy al Spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Beatriz es una mujer amable, ama a los animales, ama a las personas e intenta sanarlas con los medios a su alcance. Cree en el karma, cree que todos somos parte de una sola alma, todos individuales parte de un todo más total, y sufre. Sufre cuando no puede ayudar, sufre con el dolor de los demás, de los animales maltratados y con el dolor del mundo. Tiene unos ojos tristísimos y una sonrisa amorosa, acostumbrada a brindarse para reconfortar a los demás. Le han asesinado a su cabra, y se ve que prende velas para ella y está triste. Muy triste.
La cena que da lugar a la película es una oda a las falsedades, al consumo capitalista, al amor al dinero y al poder. Todos valores sumamente alejados de lo que Beatriz considera importante y verdadero. Intenta una y otra vez traerlos al espacio de lo que es vital, pero los invitados se van del tema una y otra vez al mundo de sus trivialidades. Ella puede verlos como son, hipócritas entre sí, adulándose para quedar bien. Nadie es auténtico: las risas suenan huecas, las conversaciones vacías. La persona que es el centro de los agasajos (el empresario, encarnado por John Lithgow) es un ser despreciable. Y acá debo hacerme cargo de lo que me toca como espectadora: yo también lo consideré despreciable. Cuando Beatriz le dice en una primera mirada: "te reconozco de alguna parte" uno cree que se vislumbra algo del karma: quizás lo conoce de otra vida.
La cena sigue con tensión in crescendo, y la incomodidad le llega a quien mira: más y más ella sabe que algo no está bien, pero no calla nunca, siempre deja saber lo que piensa, y al resto la sinceridad lo pone muy incómodo. Están ahí para hacer negocios. Beatriz sabe que realmente algo no va bien con esa persona. Entonces él comenta que irá de cacería, y muestra con orgullo la fotografía de un rinoceronte que ha asesinado en una cacería arreglada. Todos hacen comentarios banales, menos ella, que se enfurece y le arroja el teléfono a la cara. Le grita que el animal estaba indefenso, que si realmente estaba orgulloso de semejante espanto, que mató una criatura inocente. Tiembla de rabia, y visualiza en su mente a su cabra muerta y su sufrimiento. Y se retira. Todos quedan estupefactos, y el tema es que ella se salió de control, pero no el tema del rinoceronte. Ella más tarde vuelve y dice "romper es muy fácil, sanar es lo difícil, pueden tardarse años en arreglar algo que se rompió en un momento".
La siguiente escena importante en la película es la conversación entre el empresario y Beatriz. Él por una vez la mira con dulzura y le dice "no todo es tristeza en este mundo, todos nos vamos a morir, es necesario que puedas ser feliz de alguna manera". Ella lo mira, lo odia, pero en el fondo comprende que es cierto. Y entonces tiene la visión de acuchillarlo, que hasta que no se ve que es una visión, todos consideramos que es cierto.
Estas dos cuestiones son la metáfora que cierra la película. Cuando ella le dice al remolcador "ese fue quien mató a mi cabra" nos damos cuenta de que todos son uno: todos los malvados del mundo son lo mismo. Quien mató a su cabra, quien mató al rinoceronte, quien no tiene tapujos para abusar de sus trabajadores o contaminar el mundo. Toda la maldad es la misma maldad, no importa el cuerpo que habita. Y la bondad, también puede ser una: cuando el empresario le dijo que ella estaba demasiado triste, lo dijo con sinceridad, intentando sanarla. Y esa bondad también era suya. Entonces, cuando quiso acuchillarlo, ella también fue parte, por un momento, de la posible maldad. La maldad y la bondad nos habita, y esa certeza, esa unidad no sólo de lo hermoso sino también de lo horrendo, es la certeza que la fulmina. Ella no pensó en ningún momento que podía desear matar a alguien. Pero sí. Por eso elige entonces, a su modo, ser feliz, como se lo aconsejó el empresario. Y su modo es volver, por medio de la muerte, al lugar donde alguna vez fue feliz con Neroli, un lugar que quizás ya no existiera más que en su corazón.
La cena que da lugar a la película es una oda a las falsedades, al consumo capitalista, al amor al dinero y al poder. Todos valores sumamente alejados de lo que Beatriz considera importante y verdadero. Intenta una y otra vez traerlos al espacio de lo que es vital, pero los invitados se van del tema una y otra vez al mundo de sus trivialidades. Ella puede verlos como son, hipócritas entre sí, adulándose para quedar bien. Nadie es auténtico: las risas suenan huecas, las conversaciones vacías. La persona que es el centro de los agasajos (el empresario, encarnado por John Lithgow) es un ser despreciable. Y acá debo hacerme cargo de lo que me toca como espectadora: yo también lo consideré despreciable. Cuando Beatriz le dice en una primera mirada: "te reconozco de alguna parte" uno cree que se vislumbra algo del karma: quizás lo conoce de otra vida.
La cena sigue con tensión in crescendo, y la incomodidad le llega a quien mira: más y más ella sabe que algo no está bien, pero no calla nunca, siempre deja saber lo que piensa, y al resto la sinceridad lo pone muy incómodo. Están ahí para hacer negocios. Beatriz sabe que realmente algo no va bien con esa persona. Entonces él comenta que irá de cacería, y muestra con orgullo la fotografía de un rinoceronte que ha asesinado en una cacería arreglada. Todos hacen comentarios banales, menos ella, que se enfurece y le arroja el teléfono a la cara. Le grita que el animal estaba indefenso, que si realmente estaba orgulloso de semejante espanto, que mató una criatura inocente. Tiembla de rabia, y visualiza en su mente a su cabra muerta y su sufrimiento. Y se retira. Todos quedan estupefactos, y el tema es que ella se salió de control, pero no el tema del rinoceronte. Ella más tarde vuelve y dice "romper es muy fácil, sanar es lo difícil, pueden tardarse años en arreglar algo que se rompió en un momento".
La siguiente escena importante en la película es la conversación entre el empresario y Beatriz. Él por una vez la mira con dulzura y le dice "no todo es tristeza en este mundo, todos nos vamos a morir, es necesario que puedas ser feliz de alguna manera". Ella lo mira, lo odia, pero en el fondo comprende que es cierto. Y entonces tiene la visión de acuchillarlo, que hasta que no se ve que es una visión, todos consideramos que es cierto.
Estas dos cuestiones son la metáfora que cierra la película. Cuando ella le dice al remolcador "ese fue quien mató a mi cabra" nos damos cuenta de que todos son uno: todos los malvados del mundo son lo mismo. Quien mató a su cabra, quien mató al rinoceronte, quien no tiene tapujos para abusar de sus trabajadores o contaminar el mundo. Toda la maldad es la misma maldad, no importa el cuerpo que habita. Y la bondad, también puede ser una: cuando el empresario le dijo que ella estaba demasiado triste, lo dijo con sinceridad, intentando sanarla. Y esa bondad también era suya. Entonces, cuando quiso acuchillarlo, ella también fue parte, por un momento, de la posible maldad. La maldad y la bondad nos habita, y esa certeza, esa unidad no sólo de lo hermoso sino también de lo horrendo, es la certeza que la fulmina. Ella no pensó en ningún momento que podía desear matar a alguien. Pero sí. Por eso elige entonces, a su modo, ser feliz, como se lo aconsejó el empresario. Y su modo es volver, por medio de la muerte, al lugar donde alguna vez fue feliz con Neroli, un lugar que quizás ya no existiera más que en su corazón.