No sólo por los efectos especiales (evidentemente), sino por las cuestiones que comentaba sobre la de 1953. En esta película, nuevamente fiel a la obra de H.G. Wells, ahora sí sientes la historia casi en tus propias carnes. El involucrarse en los protagonistas (con unas actuaciones notables), haciéndote ver todo el desarrollo de la peli desde sus ojos, desde sus experiencias, te engancha a la peli hasta el final.

Además tiene unos momentos de tensión y angustia (en especial la escena del sótano con un genial Tim Robins) que incluso te hacen pasarlo "mal".

Lo mejor de la peli es que los efectos especiales son geniales, pero no son protagonistas (como en otras "superproducciones" que parecen más videojuegos que películas). La de 1953 hay que tenerla al lado de la de 2005, imprescindibles.