Sophie tuvo que tomar la decisión más estremecedora que recuerdo haber visto en el cine. La de Juliette no se queda corta. Dos mujeres audaces, osadas y valientes, que tuvieron que soportar en silencio, con entereza y determinación el sufrimiento y las consecuencias de un hecho que las dejó heridas de por vida.

Si Meryl Streep nos desgarró el corazón, Kristin Scott Thomas nos estremece con idénticas cotas de dolor. Sin maquillaje alguno, nos ofrece una magistral y sincera interpretación de una mujer introvertida (a veces misteriosa) que ha sido repudiada por su familia y encarcelada por un delito. Ex-convicta, tras quince años, el reencuentro con su hermana supondrá un revulsivo que esclarecerá las razones de un suplicio y tormento sobrellevado y no compartido.

Secretos de familia, dolor e impotencia. Y el amor generoso de dos hermanas, que prevalece por encima de los hechos. Un precioso vínculo que no atiende a razones...
La paulatina integración de Juliette en su "nueva vida", la de su hermana, es una belleza. Sin sensiblerías gratuitas, hay momentos en que la emoción te desborda: un voto de confianza otorgado... un simple "gracias" dicho sobre la marcha...

Kristin Scott Thomas interpretando al compás del alma.