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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
5
Drama. Bélico Marisa Fuenterreal recuerda los días de la resistencia en el santuario de la Virgen de la Cabeza. Allí conoció a Aracil, un hombre de ideas extremistas que la salvó de las tropas enemigas, y luego al capitán Cortés, que murió en la batalla final junto a la mayoría de los defensores. (FILMAFFINITY)
6 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En agosto de 1936, un montón de guardias civiles de la provincia de Jaén, junto con sus familias, se replegaron, de acuerdo con las autoridades republicanas, en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, situado al norte de Andújar (Jaén), y en el cercano pueblo de Lugar Nuevo para protegerse de una situación muy insegura. Desde mediados de septiembre del 36 se sublevaron contra la Segunda República Española, la cual terminaría tomando dicho enclave sublevado el 1 de mayo de 1937.

Esta gesta, que bien puede llamarse heroica, y enteramente protagonizada por la Guardia Civil, podía y debía haber sido contada en un contexto histórico tan favorable para ello como el de la España de Franco, pero Arturo Ruiz Castillo, en vez de narrarla tal cual fue, hace otra cosa: elabora un melodrama protagonizado por Alfredo Mayo y la insulsa Beatriz de Añara, bastante parco en besos pero pródigo en frases rimbombantes y voces en "off", que hace uso del "flashback", y establece una introducción situada en el presente (1949) que recuerda un poco al comienzo de "Rebeca" (Rebecca, 1940), de Alfred Hitchcock. Así, el asedio y la Guardia Civil quedan en un plano que parece el principal pero que en realidad es secundario. Los hechos reales eran mucho más interesantes que el melodrama, pero, insisto, esta película los oculta, los ignora o los tergiversa. Los hechos reales de este asedio no los veremos nunca en cine porque las actuales circunstancias políticas españolas no lo permiten.

Tan curioso como todo lo anterior es el personaje de Alfredo Mayo. Es evidente que Luis de Aracil (Mayo) es un republicano, y, al mismo tiempo, una buena persona que carece del odio sectario de otros muchos republicanos; y, pese a que debe de ser socialista o comunista, defiende la ley y el orden, como se ve cuando, al comenzar la acción, espanta a unos jornaleros enfurecidos de la entrada de la finca del conde de cuya hija se enamora (Beatriz de Añara).

"¡El santuario no se rinde!" marca el paso del llamado "cine de Cruzada" a un cine de reconciliación nacional, reelaborando la idea de un largometraje previo como "Rojo y negro" (1942), de Carlos Arévalo: el amor puede unir a las dos Españas.
Pedro Triguero_Lizana
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