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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
6
Intriga Alexander Eberlin (Harvey), un insignificante agente del Servicio de Inteligencia Británico, es, en realidad, un espía ruso llamado Krasnevin. Cuando Fraser (Harry Andrews), el jefe del Servicio de Inteligencia Británico, se entera, encarga a sus hombres la misión de acabar con él. Gatiss (Tom Courtenay), un asesino despiadado que desprecia a Eberlin pero que no conoce su secreto, se convierte en su aliado. Cuando el contacto ruso de ... [+]
28 de noviembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película de espías, "Sentencia para un dandy", dirigida por Anthony Mann y, tras el fallecimiento de éste en pleno rodaje, por el propio protagonista, el lituano-sudafricano-británico Laurence Harvey, es una obra curiosa que aprovecha el auge del cine de espias de la década de los años 60 para situarse en una perspectiva no sé si marginal, pero sí diferente, que se aleja del "glamour" y la superficialidad dramática de la saga de James Bond para apostar por una mayor dosis de realismo, de sordidez y de pesimismo.

En efecto, la trama se centra no en un héroe sino más bien en un antihéroe, que es un agente doble (Harvey) que se ve rodeado de soledad y de amenazas, y no cuenta con mucha ayuda por parte de ninguno de los dos bandos que le pagan. En el fondo, hay una reflexión sobre la identidad y la voluntad personal en torno a un personaje protagonista que es, en fin, como la marioneta de los estupendos créditos iniciales, que resumen, de manera figurada, la historia de este largometraje. Podría haberse sacado más partido de la vida de un hombre que simula lo que no es, y que esconde su verdadera identidad: un hombre marcado por la simulación, el engaño y la mentira.

Harvey, con su tupé, su pajarita y sus trajes, no sólo es un "dandy" sino que parece la versión cinematográfica de "Anacleto, agente secreto", y aborda con profesionalidad un personaje envuelto en una moral turbia y ambigua, como ya había hecho en otros de sus trabajos en el cine. En cambio, el personaje de Mia Farrow es un pegote, y no aporta nada a la historia. Destaca un plano en el que vemos de refilón la portada de un disco del entonces marido de Mia Farrow, Frank Sinatra. La banda sonora es buena, pero, en conjunto, no es un título que consiguiese cerrar, con los honores que se merecía, la carrera del estadounidense Anthony Mann.
Pedro Triguero_Lizana
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