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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
7
Ciencia ficción. Acción. Comedia En un mundo futuro, ciertas personas que adoran la violencia practican "La Gran Caza": diez jugadores se matan entre sí alternando los papeles de cazador y presa. Quien sobrevive, gana. (FILMAFFINITY)
7 de octubre de 2016
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Hay que partir, en primer lugar, de la dificultad que entraña ver cine italiano de ciencia-ficción. Si además añadimos que "La víctima número diez", que éste es el título de esta película en España, es un film de ciencia-ficción atípico para su época, la extrañeza define cualquier comentario que haga el espectador. Los cambios en el tono, de lo serio al tono cómico del final, se unen con la alegoría crítica sobre el mundo de 1965 -en cuanto a la mercantilización de la sociedad, el cinismo y la mentira reinantes, y la legalización de la violencia y el asesinato en un deporte cruel llamado "la Gran Caza", con el que se canalizan los instintos violentos del ser humano, pero que a la vez es un pretexto para explotar un espectáculo morboso-, todo ello servido con una estética coyuntural, la del "op art", que estiliza la sencillez del blanco y negro, presente en el vestuario femenino, por ejemplo en la ropa de la chica de la secuencia de los títulos de crédito iniciales, y en algún modelo que viste luego Elsa Martinelli, así como en algunos decorados interiores. El "op art" sirve para imaginar la Italia del siglo XXI desde la Italia de 1965.

Si a eso unimos la caracterización de Marcello Mastroianni, teñido de rubio y con unas gafas negras alucinantes, es fácil que el cinéfilo purista descalifique rápidamente este experimento, en el que su director trata de hablar de sus temas favoritos a través de la fábula futurista. La acción incesante lleva a un final desconcertante, pero el resultado es como poco estimulante, aunque esté por debajo de las intenciones.

Por otro lado, algunas cosas que vemos se adelantan a su tiempo, y poseen un carácter premonitorio: la secuencia en la que Mastroianni dirige una ceremonia pseudo-religiosa junto al mar anuncia la espiritualidad "New Age"; la película se ríe de una religiosidad "light" y de los ambientes sofisticados que retrata, viéndolos como decadentes. Todo el seguimiento incesante que las cámaras de TV hacen de Mastroianni y de Andress preludia los "reality shows" tipo "Gran Hermano". En suma, es un film que, por debajo de sus elementos más visibles -la historia de amor entre el cazador y su víctima, la estética coyuntural, la acción incesante, los toques de comedia- estructura, a través de lo visionario de la ciencia-ficción, una mirada muy aguda sobre la sociedad contemporánea, y sobre los males que la aquejan. En este sentido, sigue siendo un film muy actual.

Este largometraje de Elio Petri es muy interesante para el aficionado al cine de ciencia-ficción porque se adelanta a otros films del mismo género que establecen un paralelismo entre violencia y espectáculo, como "Rollerball ¿Un futuro próximo?" (Rollerball, 1975), de Norman Jewison, "Perseguido" (The Running Man, 1987), de Paul Michael Glaser, o también, por supuesto, "Los juegos del hambre" (The Hunger Games, 2012), de Gary Ross, y sus secuelas.
Pedro Triguero_Lizana
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