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Voto de Pedro Triguero_Lizana:
6
Drama. Thriller Valencia, mayo de 1959. Pilar Prades Expósito fue la última mujer ejecutada en España con garrote vil. Fue condenada a la pena capital por el asesinato de la dueña de la casa donde trabajaba como empleada doméstica. También se le imputaron dos homicidios frustrados. Los tres crímenes tenían el veneno como elemento común. Cuarto episodio de la serie "La huella del crimen", producida por Pedro Costa Musté para TVE en 1985, y compuesta por ... [+]
26 de agosto de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Pedro Olea dirigió este episodio de la serie de TVE "La huella del crimen", parecía tener varios objetivos: reconstruir una época, reconstruir unos supuestos hechos delictivos, reconstruir la personalidad de Pilar Prades, la supuesta asesina, y hacer un vigoroso alegato contra la pena de muerte.

Digo "supuesta asesina" porque, aunque según los datos expuestos en el episodio, quedaba claro que Pilar Prades sí había asesinado con arsénico a la mujer del carnicero, y también había intentado asesinar a dos mujeres más, al mismo tiempo, como en un alarde de imparcialidad y objetividad, se deslizan dudas sobre la culpabilidad de la susodicha, la cual se declaró siempre inocente. Esas dudas se centran sobre todo en torno a la declaración de culpabilidad que le arrancó la Policía mediante coacción y tortura, según cuenta el episodio.

Lo cierto es que el caso de esta criada valenciana entró de lleno en la crónica de sucesos y en la cultura popular de la España del siglo XX, y no sólo por ser la última mujer ajusticiada con el garrote vil. Lo digo porque, ya antes de la producción de este episodio, su verdugo, Antonio López (que ajustició también a José María Jarabo) era entrevistado en el impresionante documental "Queridísimos verdugos" (1977), dirigido por Basilio Martín Patino, y mucho antes aún, el dramático ajusticiamiento de Pilar Prades a manos de Antonio López, en 1959, inspiró el desenlace final de "El verdugo" (1963), la obra maestra de Luis García Berlanga.

Porque, en efecto, el verdugo Antonio López se negó a agarrotar a Pilar Prades, y tuvieron que emborracharle y llevarle a rastras al lugar de la ejecución para que hiciera su trabajo, según la Wikipedia en español. Con lo cual los hechos reales difieren de lo que cuenta Pedro Olea: en este episodio, al verdugo no le emborrachan, le drogan.

La música de Lluís Llach es realmente mala, y ni la dirección de Olea, ni la interpretación de Terele Pávez, ni la labor de cuantos profesionales trabajaron en este episodio, se la merecían.
Pedro Triguero_Lizana
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