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España España · San Fernando
Voto de Andersen:
7
Animación. Ciencia ficción. Infantil En 1957, en la pequeña localidad de Rockwell, alguien ha visto cómo un enorme hombre metálico caía al mar. Un imaginativo niño descubre que se trata de un robot gigante, cuyo apetito de metal es insaciable. Entre ambos nace una fuerte amistad, pero el gobierno envía a un agente para investigar los hechos. El niño esconde a su nuevo compañero en la chatarrería de un amigo. Pero los habitantes del pueblo comienzan a sentirse aterrados ... [+]
16 de febrero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al ser animación 2D de primer nivel procedente de una empresa como Warner, con un nivel presupuestario mayor a la media y un guión bien desarrollado, tiene ganados muchos enteros, independientemente de la trama de ese guión, que es justo en lo que cojea desde mi punto de vista: una historia que, de rodarse con actores reales podría encajar perfectamente en el multicine de A3.

Así que es obvio que no es éste el tipo de historia que me gusta ver en animación, pero esos ya son gustos personales. Lo que importa aquí es cómo lo hacen, y lo hacen bien: ritmo frenético que no aburre en ningún momento, personajes bien desarrollados y un trasfondo de crítica social, al gobierno y a la sociedad americana en general que invita a reflexionar al espectador adulto mientras los críos se descojonan con las meteduras de pata del gigante. Así tenemos al detective, típico personaje egocéntrico y entrometido, cuya actitud contrasta de forma divertida con los pueblerinos, que rezan porque pase algo para saciar su afán de protagonismo, y especialmente, el papel de los americanos, que creen que todo lo que no salga de ellos es peligroso, y se dedican a disparar sistemáticamente a todo aquello que pueda atentar contra su supremacía como super potencia (ya provenga de chinos, rusos o extraterrestres), con amenaza de bomba atómica incluída.

Todo esto sazonado con mucho humor pícaro made in Warner: por fin un largo que mantiene el sello de la casa a todos los niveles tras ''fracasos'' como Camelot que intentaban plagiar la fórmula Disney de forma descarada, aprobando discretamente pero sin añadir nada nuevo. La animación de los rostros es sencillamente genial, en especial la del propio robot: sorprende lo que se puede llegar a expresar con tan pocos medios. Los escenarios, 100% americanos: cafetería, casa del protagonista, así como la gama cromática recuerdan a series noventeras, aka Tiny Toons (qué tiempos...), y los personajes son versiones modernizadas y mejoradas de los modelos de Batman, la serie animada (de hecho el detective es un reciclado de Edward Nigma - Enigma, tanto en diseño como por su carácter histriónico). Hay momentos como los del laxante o la cafeína muy marca de la casa, sin olvidar otros que logran mantenerte en tensión (momento tren) y algunos que incluso provocan alguna lágrima si estás en horas bajas, especialmente ese final, donde el robot triunfa sobre la burricie humana, materializada en la energía nuclear.

En conclusión, una trama típica (niño se hace amigo de mascota extraña) bien desarrollada, con una animación excelente y que respeta el legado de uno de los estudios de animación más históricos.
Andersen
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