Helen y Paul Curtis (Carroll Baker y David McCallum) y sus dos hijas, una niña llamada Ellie (Kyle Richards) y la adolescente Jan (Lynn-Holly Johnson) se mudan a una vieja mansión inglesa propiedad de la anciana Sra. Aylwood (Bette Davis), la cual aunque en principio reticente a su alquiler acaba cediendo, con lo cual tenemos a la familia Curtis viviendo en la casona y a la Sra. Aylwood en la casa de huéspedes.
A partir de aquí y a consecuencia de una serie de sucesos paranormales sufridos por las dos hijas del matrimonio Curtis, que tienen que ver con la desaparición años atrás de la hija de la Sra. Aylwood en extrañas y nunca aclaradas circunstancias cuando se encontraba jugando en compañía de tres chavales en la capilla de un viejo cementerio situado en lo profundo del bosque, tenemos una entretenida, original, digna y bien estructurada película de suspense paranormal, en base a un buen guion, un absorbente desarrollo de la trama, la peculiaridad que supone que la escenas de terror transcurran casi siempre a plena luz del sol (con una brillante y luminosa fotografía), un adecuado metraje (apenas 80 minutos), un buen trabajo actoral por parte de prácticamente todo el casting (el chaval con el que tontea Jan, chirria un poco) y la particularidad de estar firmada por la filial de Walt Disney, Buena vista.
En resumen, aunque en principio, película de terror y producción Disney para toda la familia resulte chocante, aquí han mezclado de maravilla, dando como resultado una cinta con la que los chavales disfrutaran (eso quiero creer, ya que los angelitos de hoy en día no son los de hace 30 años) y los mayores se encontraran con una interesante historia (aparte de el regocijo de disfrutar de nuevo de los ojos de Bette Davis) y que si tuviera que definir con una frase, esta sería: “Lo más parecido a una historia de Scoobby Doo, en tono serio y con personajes de carne y hueso”.