Duke Johnson (Fred Williamson) baja del tren que le ha llevado a Bucktown a enterrar a su hermano Ben, recientemente fallecido de, según le han dicho, una pulmonía, su intención es hacerse cargo de la herencia, liquidar un bar cerrado que el difunto poseía, y salir pitando de vuelta a la ciudad de ese pueblo en el que una banda de policías corruptos y racistas imponen su ley, pero acaba siendo convencido de que abra el bar por amigos (Pam Grier y Bernie Hamilton) de su hermano, con el resultado de violentos enfrentamientos con los policías que tratan de extorsionarle que acaban con un asalto armado a su casa cuando se encontraba pasando una velada romántica con la guapisima y voluptuosa Pam Grier, que acababa de confirmarle (algo le había dicho ya el jefe de policía echando la culpa a unos desconocidos) que su hermano en realidad había muerto asesinado por los mismos que ahora les estaban acribillando la casa.

Hasta aquí la cosa aunque amenazando tormenta va desarrollándose de forma mas o menos tranquila, pero desde el mismo momento en el que Duke descuelga el teléfono y pide ayuda a Roy (Thalmus Rasulala), su amigo del alma de la ciudad, y este llega a la estación de Bucktown en compañía de 3 trajeados negros con aspecto de tipos duros (uno de ellos es Carl "Apollo Creed" Weathers) se acaba la cháchara, presentación de personajes y demás gaitas, y empieza un muy divertido y entretenido carrusel de acción de la buena, primero con Duke, y Roy y sus hombres enfrentándose a la banda de policías corruptos a tiro limpio en una acción nocturna organizada, y luego tras el peculiar cobro a los servicios prestados que se toman el amigo de Duke y sus secuaces, entrando en una violenta, entretenida y divertida vuelta de tuerca a los cauces por los que transcurría la historia.

Aunque es una pena el poco peso del personaje de Pam Grier que se limita a acompañar de florero al recio y apuesto Fred Williamson (un justito desnudo y ninguna escena de acción), estamos ante un buen thriller setentero, que aunque blaxplotation en toda regla, trasciende el genero en lo acertado y entretenido de ese giro de guión a mitad de metraje, y en esa vacilona vuelta de tuerca a los aspectos racistas inherentes a toda blaxplotation que se precie, y da como resultado una divertida y entretenida función, tanto al aficionado al entretenido y desacomplejado thriller setentero, como al de las blaxplotation .