Partiendo de dos historias verídicas como fueron, la matanza de ocho “meninos da rua” en 1993, conocida como la matanza de Candelaria y el secuestro por parte de un adolescente de un autobús de pasajeros (calificado por Bruno Barreto como el 11S brasileño en declaraciones a una cadena de televisión) ambas sucedidas en Rio de Janeiro, tenemos una, al parecer ficción dramática, que a través de la historia de un niño (desde su nacimiento en sórdidas circunstancias, hasta su muerte), que estuvo implicado en los dos sucesos, nos muestra el modo de vida de los desamparados de las favelas de Rio de forma realista y cruda, así como de las buenas gentes que luchan por sacar de las calles a estos desfavorecidos de la sociedad.
Interesante película, con buenas actuaciones por parte de todo el elenco actoral e irreprochable factura técnica, que logra mantener tu atención durante todo el metraje, mas en base a la naturaleza de los hechos que nos cuenta, que a la manera de contarlos, pero que, a mi juicio, y como espectador de este lado del Atlántico, no llega a ser el peliculón que a tenor de las excelentes críticas cosechadas, creí iba a encontrarme y mucho menos referencia en retrato de desfavorecidos, métodos delincuenciales o influencia de la religión como bálsamo de las heridas del alma, a pesar de lo cual debo reconocer que su nominación para luchar por estar incluida en el Oscar a la mejor película extranjera, está justificada (la historia de la madre obsesionada con la búsqueda de su hijo, arrebatado de sus brazos nada más nacer y las jugarretas del destino que se narran, parece muy adecuada al espíritu de dichos galardones).
Recomendable.