A priori esta historia sobre 2 degenerados que se dedican a matar a moteros para robarlos las Harleys y luego venderlas para seguir financiando su modo de vida, con un poco de suerte quizá hasta pudiera tener su punto y todo, pero créanme, estamos ante una insultante e insoportable memez, con un supuestamente truculento e ingenioso guion en el que se confunden las bases del “Póker Run” (por lo poco que he escarbado sobre esta gilipollez de juego, se trata de algo así como una pueril mezcla entre rol y cartas para moteros julandrones que da vergüenza ajena a cualquier autentico motero que se precie), un par de parejas de profesionales aburridos que se compran un par de motos como revulsivo marital, los 2 risibles y ridículos (tanto en aspecto físico como en ejecución de atrocidades) maniacos de marras, un hotel con un recepcionista de chiste que sirve como base de operaciones a los 2 gilipollas y 4 extras de esos de saldillo, súmese a unos actorcillos de tres al cuarto, una fotografía, montaje y edición realmente penosas y el resultado que tenemos es un bodrio de esos que no solo son malos sino que además te cabrean en grado sumo.