A partir del suicidio de un joven, sin razón aparente y delante de su novia (saca un revolver de entre las ropas, se lo mete en la boca y aprieta el gatillo) cuando se encontraban un sábado por la noche sentados a la orilla de un lago de un pueblo, en el que se respira un fuerte ambiente ultra cristiano, se van sucediendo las muertes con apariencia de suicidios (parece seguir la pauta de ir muriendo los que van encontrando los cadáveres a razón de uno por día).
A partir de aquí tenemos una digna, seria y entretenida película de terror, con sus maldiciones, sus secretos del pasado, su historia de amor a 3 bandas y su dosis de fanáticos lugareños, contada de tal manera que, aunque en ciertos momentos puede parecer la clásica de terror teen, logra captar tu atención y mantenerte atento hasta el final, en base a ir mostrando sus cartas de forma pausada y con espaciados, pero acertados toques de sobresalto y terror, buena fotografía, una música adecuada (sin buscar el susto fácil a base de estallidos sonoros), unas buenas interpretaciones de Elizabeth Rice y Thomas Dekker (en ciertos momentos recuerdan a la relación del vampirillo y la jovencita en Twilight 2008, pero no teman, aquí cuadran de maravilla con el espíritu de la película), un guion bien engranado y rodado y lo más importante y mejor: un final por su camino que hace mucho tiempo que no disfrutaba en una película de terror.
Recomendable, y acertada su inclusión en el After Dark Horrorfest III.