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Voto de tiznao:
8
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Comedia
Jean-Pierre Marielle y Jean Rochefort interpretan a un ginecólogo y un gigoló agotados de cualquier sugerencia sexual femenina. El doctor no soporta ver una vagina más, mientras que el gigoló está exhausto de la exigencia sexual de las mujeres. Ambos deciden refugiarse en una villa con la única compañía de los sacerdotes del lugar, pero el casto encierro se torna en pesadilla al presentarse un regimiento de mujeres armadas. (FILMAFFINITY) [+]
10 de junio de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Paul (Jean-Pierre Marielle), un ginecólogo con décadas de ejercicio de profesión en su consulta parisina, se nos revela un exagerado y paródico misógino amante de la comida, cuando en el arranque de la película le vemos untando pate con gesto más lujurioso que goloso, como muda su expresión a contrariado cuando entra una paciente, se desnuda y se tiende abierta de piernas en la silla ginecológica (o como quiera que se llame), enfrente de su improvisada degustación y se le llevan los demonios cuando a punto de dar un bocado el hecho de verla rascándose la vagina (primera sorpresa, un plano explicito que te pone en situación de por dónde van a ir los tiros), sale echando humo de la consulta, y en la contestación que le da a una mujer que le pregunta por una calle, no nos queda ninguna duda que estamos ante un exageradamente paródico misógino de manual, bueno misóginos, ya que en esa despectiva situación con la mujer, también conocemos a Albert (Jean Rochefort), otro que tal baila que instantáneamente hace migas con el ginecólogo y que no tardamos en saber que su hastió y misoginia proviene de su oficio de gigoló.
Ginecólogo y gigoló, estresados y malhumorados en plena década de los 70, con la mujer emancipada subvirtiendo los roles, abandonan juntos la ciudad en dirección a un pueblecito de la campiña, nada de mujeres, buena comida, buen vino y mucha camaradería masculina, todo ello teñido de un humor surrealista no exento de mala leche y desprejuiciada crítica social, en poco más de 10 minutos de metraje (96 minutos).
Sigue en spoiler por falta de espacio:
Ginecólogo y gigoló, estresados y malhumorados en plena década de los 70, con la mujer emancipada subvirtiendo los roles, abandonan juntos la ciudad en dirección a un pueblecito de la campiña, nada de mujeres, buena comida, buen vino y mucha camaradería masculina, todo ello teñido de un humor surrealista no exento de mala leche y desprejuiciada crítica social, en poco más de 10 minutos de metraje (96 minutos).
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
A partir de aquí, tras conocer a los bon vivant y también misóginos curas del pueblo (estos producto de lo oído en confesionarios), monaguillo al que educan en esa ya predominante doctrina de los varones que vamos conociendo, y una incipiente avanzadilla de depredadoras sexuales que en su primera aparición asemejan súcubos infernales, nuestra pareja vuelve a la ciudad para encontrar en esta que las cosas están mucho más feas que cuando se fueron (asediados por sus parejas, y una escena en el metro, que créanme, es todo un poema), por lo que vuelven a ese pueblo, ya convertido en refugio del numeroso redil de feligreses de agobiados huyendo del woman/power (impagables escenas de las que se te instalan en la memoria per se), obligados a llevar una vida cuasi pos apocalíptica, y resistiendo numantinamente el asfixiante asedio al que empiezan a ser sometidos por las cada vez más numerosas y organizadas bandas femeninas ("las Ardenas era turismo comparado con este infierno, se lamenta uno de los afectados en un impasse de la cruenta batalla"), alcanzando el clímax surrealista en un último tercio de metraje que culmina con un final de pesadilla pos apocalíptico/vaginal realmente sembrado y brillante.
Salvaje, paródico, subversivo y surrealista esperpento con la relación hombre/mujer como eje, escrito y dirigido por Bertrand Blier, un director a cuya filmografía me asome ante la insistencia de Vozidar, que además de divertirme, me dejo perplejo con esa divertida joyita surrealista llamada "Buffet Froid 1979", epatante y audaz en su época ("Todo lo que usted quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar 1972" de Woody Allen es una cursilada comparada con esta que nos ocupa), y cuasi punible en estos tiempos orwellianos de lo políticamente correcto (hace poco vi una comedia zombie llamada "Doghouse 2009", que me pareció transgresora en su tratamiento de la intemporal lucha de sexos, y recomiendo para tener otro divertido enfoque de lo aquí tratado), desnudos y procacidad a tutiplén, trufada de unos diálogos y situaciones, que aunque lo escrito más arriba no te acabe de convencer, es a mi juicio de visión obligatoria como una de las más originales y divertidas comedias que se puede echar uno al coleto, además de su indudable atractivo por esa fama de cult movie que la precede.
Salvaje, paródico, subversivo y surrealista esperpento con la relación hombre/mujer como eje, escrito y dirigido por Bertrand Blier, un director a cuya filmografía me asome ante la insistencia de Vozidar, que además de divertirme, me dejo perplejo con esa divertida joyita surrealista llamada "Buffet Froid 1979", epatante y audaz en su época ("Todo lo que usted quiso saber sobre el sexo y nunca se atrevió a preguntar 1972" de Woody Allen es una cursilada comparada con esta que nos ocupa), y cuasi punible en estos tiempos orwellianos de lo políticamente correcto (hace poco vi una comedia zombie llamada "Doghouse 2009", que me pareció transgresora en su tratamiento de la intemporal lucha de sexos, y recomiendo para tener otro divertido enfoque de lo aquí tratado), desnudos y procacidad a tutiplén, trufada de unos diálogos y situaciones, que aunque lo escrito más arriba no te acabe de convencer, es a mi juicio de visión obligatoria como una de las más originales y divertidas comedias que se puede echar uno al coleto, además de su indudable atractivo por esa fama de cult movie que la precede.