Puede que a causa de las nulas expectativas que tenia ante el titulo y el absoluto desconocimiento de su existencia y que a pesar de tenerla en lista de espera ni siquiera me digne echarla un vistazo (cosa que acostumbro a hacer para ver que tal pinta con todo lo que se cruza por mi camino), me haya llevado una gratísima sorpresa con esta divertida parodia (al contrario que la mayoría de payasadas de similar factura, en esta el calificativo “homenaje al buen e instantáneamente reconocible cine de terror” es más que acertado).
Sensuales y despampanantes vampiras lesbianas para dar y tomar, un cuidado y brillante diseño de producción, personajes y situaciones que inmediatamente te traen a la cabeza míticas escenas (destacaría la entrada en la taberna del pueblo al más puro estilo “Un hombre lobo americano en Londres 1981”, que por cierto, casi me hace aullar de placer), una dirección por su camino (este tal Phil Claydon, aparte de ser evidente que se ha tragado innumerables películas de terror de todo tipo y condición, tiene talento e ingenio) y un desarrollo de la trama que salvando las enormes distancias y aunque a mí mismo me suene a desmesurado sacrilegio, tiene más puntos en común con “El baile de los vampiros” de Polansky mezclado con un toque Corman (el vicario) que con la que imagino será criterio mayoritario, “Zombies Party”.
En resumen y por si alguien ha confundido mi encendido entusiasmo ante esta película con un desvarió fruto de mi escasa capacidad de discernimiento (aunque debo de reconocer que tampoco es para tirar cohetes) y que estoy poniendo a esta modesta y divertida película a la altura de cualquier obra de referencia, quisiera aclarar que dicho entusiasmo esta provocado por mi teoría: “De cada 10 películas de serie B en las que no conoces a nadie del cuerpo técnico, que no sabes de donde han salido y que ostentan un titulo y aroma a profundo castañazo, 9 son una bazofia y 1 todo un descubrimiento” y que precisamente esta que nos ocupa sea esa 1.