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Voto de Messer E Vork:
6
5,5
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Western
Tras largos años de ausencia, un pistolero retirado (Glenn Ford) regresa a su pueblo y se entera de que su mujer y sus hijas han sido secuestradas por los apaches. Para rescatarlas, se alía con un hombre (Arthur Kennedy) que, en su ausencia, ha estado cortejando a su esposa. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que más me ha interesado de éste western cumplidor y entretenido son los dos personajes principales, bien interpretados por Glenn Ford y Arthur Kennedy.
A ojos de la gente, Ford es un asesino, un pistolero letal y despiadado, alguien horrendo al que despreciar. Sin embargo, en la película vemos a un hombre cansado de matar que ni reacciona cuando impetuosos busca-famas le retan a duelo (lo que nos hace pensar en cuántos muertos sobre su conciencia no fueron buscados sino obligados). Lo único que desea esta persona es llevar una vida normal, con la familia a la que se vio forzado a abandonar. Le vemos mostrar empatía hacia los demás y, a pesar de que todo el que le ve le mira con miedo y desprecia y le recuerda su condición de icono criminal...
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Más críticas en:
https://unblogacincoalturas.wordpress.com/
A ojos de la gente, Ford es un asesino, un pistolero letal y despiadado, alguien horrendo al que despreciar. Sin embargo, en la película vemos a un hombre cansado de matar que ni reacciona cuando impetuosos busca-famas le retan a duelo (lo que nos hace pensar en cuántos muertos sobre su conciencia no fueron buscados sino obligados). Lo único que desea esta persona es llevar una vida normal, con la familia a la que se vio forzado a abandonar. Le vemos mostrar empatía hacia los demás y, a pesar de que todo el que le ve le mira con miedo y desprecia y le recuerda su condición de icono criminal...
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... el pobre Ford no llega a matar nunca a nadie durante todo el metraje.
Por otro lado, el personaje de Arthur Kennedy es la antítesis del de Ford. Todos le ven como un ciudadano honrado, normal y corriente. Y lo es, en efecto, pero a lo largo de la historia se verá inmerso en un proceso de degradación que lo convertirá en una bestia. Uno no puede evitar pensar que tal vez Kennedy es como era Ford justo antes de convertirse en asesino. Ambos son así dos caras de una misma moneda: el antes y el después.
Kennedy empieza el proceso con una muerte accidental, la del cacique hispano, que se le echa encima y muere por un disparo realizado casi a bocajarro y sin intención de ser mortal. Luego, vemos cómo la rabia y el sadismo empiezan a invadirlo cuando amenaza con quemar vivo a un comerciante para arrancarle una pista. En el enfrentamiento con los indios, sonríe cada vez que mata a uno. Está entrando en el punto de no retorno, que rebasa cuando mata al "capitán", un crimen sin sentido porque éste estaba desarmado y vencido, ya no suponía un riesgo.
Después de esto, Ford se da cuenta y le dice “cada vez resulta más fácil, ¿no?”, a lo que Kennedy le responde que cuando todo termine volverá a ser el mismo de siempre. No lo hará. Se ha insensibilizado y matar no le supone ningún problema moral o ético.
El último acto del drama se produce una vez todo ha terminado, cuando ve que la que iba a ser su mujer se ha decantado por volver con su marido, cuando ve que todo el esfuerzo ha sido en vano, que tantas miserias y apuros no le han reportado ningún beneficio… es cuando estalla definitivamente el monstruo que se ha gestado en él y reta a duelo a Ford. Éste se niega, como al principio de la película, pero Kennedy no es ese muchacho ansioso de fama que no sabe qué hacer cuando le niegan el duelo, él es ahora un asesino dispuesto a matar a su rival esté o no armado, esté o no de frente.
La única diferencia entre ambos es que Ford tuvo tiempo de volverse atrás en su camino a la perdición y tuvo algo (su familia) que le hizo querer redimirse y volver a empezar desde donde lo dejó. Pero Kennedy está solo, no tiene a nadie. Está perdido y termina muriendo como mató y como quería seguir matando: asesinado a sangre fría.
E, irónicamente, su verdugo es otro ciudadano honrado y corriente, el tendero, que después de haber abominado finamente de las armas (y sus portadores) ante Ford, termina empuñando el arma de éste para salvarlo del enloquecido Kennedy. Y es que con un arma entre las manos, no hay persona que pueda resistir ese impulso bestial que todos tenemos dentro.
Por otro lado, el personaje de Arthur Kennedy es la antítesis del de Ford. Todos le ven como un ciudadano honrado, normal y corriente. Y lo es, en efecto, pero a lo largo de la historia se verá inmerso en un proceso de degradación que lo convertirá en una bestia. Uno no puede evitar pensar que tal vez Kennedy es como era Ford justo antes de convertirse en asesino. Ambos son así dos caras de una misma moneda: el antes y el después.
Kennedy empieza el proceso con una muerte accidental, la del cacique hispano, que se le echa encima y muere por un disparo realizado casi a bocajarro y sin intención de ser mortal. Luego, vemos cómo la rabia y el sadismo empiezan a invadirlo cuando amenaza con quemar vivo a un comerciante para arrancarle una pista. En el enfrentamiento con los indios, sonríe cada vez que mata a uno. Está entrando en el punto de no retorno, que rebasa cuando mata al "capitán", un crimen sin sentido porque éste estaba desarmado y vencido, ya no suponía un riesgo.
Después de esto, Ford se da cuenta y le dice “cada vez resulta más fácil, ¿no?”, a lo que Kennedy le responde que cuando todo termine volverá a ser el mismo de siempre. No lo hará. Se ha insensibilizado y matar no le supone ningún problema moral o ético.
El último acto del drama se produce una vez todo ha terminado, cuando ve que la que iba a ser su mujer se ha decantado por volver con su marido, cuando ve que todo el esfuerzo ha sido en vano, que tantas miserias y apuros no le han reportado ningún beneficio… es cuando estalla definitivamente el monstruo que se ha gestado en él y reta a duelo a Ford. Éste se niega, como al principio de la película, pero Kennedy no es ese muchacho ansioso de fama que no sabe qué hacer cuando le niegan el duelo, él es ahora un asesino dispuesto a matar a su rival esté o no armado, esté o no de frente.
La única diferencia entre ambos es que Ford tuvo tiempo de volverse atrás en su camino a la perdición y tuvo algo (su familia) que le hizo querer redimirse y volver a empezar desde donde lo dejó. Pero Kennedy está solo, no tiene a nadie. Está perdido y termina muriendo como mató y como quería seguir matando: asesinado a sangre fría.
E, irónicamente, su verdugo es otro ciudadano honrado y corriente, el tendero, que después de haber abominado finamente de las armas (y sus portadores) ante Ford, termina empuñando el arma de éste para salvarlo del enloquecido Kennedy. Y es que con un arma entre las manos, no hay persona que pueda resistir ese impulso bestial que todos tenemos dentro.