Resumen de la historia:
Un grupo de amiguitos fiesteros se dedica a montar juergas en una isla cada año y, para paliar el déficit femenino, invitan siempre a una joven para que se una ellos. En una de esas juergas, a dos de ellos se les va la mano y la invitada termina fatalmente muerta. Y, dado que son todos muy amigos, deciden enterrarla y contarles a las autoridades que la pobre bebió demasiado, hizo cosas que no quería y al despertarse se marchó histérica y nunca más se supo.
El caso es que la difunta invitada tenía una hermana "muy especial" (es decir, como una cabra) que no se tragó la cohartada y, como tenía la gran suerta de que ninguno de ellos conocía su aspecto (a pesar de haber salido en todos los informativos que anunciaban la desaparición de su hermana), se coló en la fiesta como polizón y con la solícita ayuda del hermanastro (al que previamente había seducido) se puso a darles el finiquito vital a los presentes. Tras asesinar a los de la pandilla y a su propio cómplice, se montó en el barco con la pobre chica invitada, metida en una venganza que ni le iba ni le venía, y la atacó...
Hasta aquí los hechos tal y como sucedieron. Lo que ocurre es que, en realidad, la rubia y única superviviente no es quien dice ser. Su versión de lo que pasó (la que hemos visto en pantalla) nos la muestra a ella como la pobre muchacha invitada y a la morena como la hermana asesina, pero en realidad fue al revés. Ella fue la que se coló en la fiesta, mató a todo el mundo, se subió al barco con la auténtica invitada y la mató también, asumiendo luego su identidad ante las autoridades y consiguiendo al final escaparse en cuanto sus interrogadores bajan la guardia (algo nada complicado teniendo en cuenta que los que la controlan son un inspector idiota que pasa de poli malísimo a poli buenísimo en un pis pas y una psicóloga que, a pesar de las numerosas incongruencias que ha logrado reunir, se queda a solas con ella y le acepta un café -cómo no, drogado-).