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España España · Castellón de la Plana
Voto de mnemea:
8
Drama Un verano radiante en la Riviera francesa. Cécile (Jean Seberg), una adolescente difícil y malcriada, ve con disgusto la relación entre su padre (David Niven), un atractivo y mujeriego viudo, y Ann (Deborah Kerr), su amante. El temor a perder el cariño de su padre y los celos que le inspira Ann, la llevarán a hacer todo lo posible por separarlos. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2009
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ella se asomó a la ventana que daba al mañana y acertó a decir: buenos días tristeza...









pero la tristeza no se atrevió a responder. De ella quedaba un hilo de voz, una sombra de su vitalidad, una mirada perdida en el ayer, en el verano que nunca se planea y que lo cambia todo para siempre.

Estos grises momentos de su hoy son pequeños trazos que prolongan ese colorido verano, una joven muchacha que hacía y deshacía a placer, porque el placer era un modo de vida, una fiesta continua compartida con su libre y encantador padre, con una prodigiosa joven que les acompañaba para gozar de ese estival paraje, un estudiante que naufragó a sus pies y una carta inesperada, que anunciaba una inesperada llegada, que provenía de una mujer que iba a dar el color que faltaba a esta paleta de azules mediterráneos.

La diversión no tiene frenos, no parecen necesarios, todos juntos, todos amados, amantes, perecederos sentimientos que afloran a cada minuto en tan plácido y divertido paisaje. Pero amantes perecederos son los adultos que la rodean, y caducos sentidos son los que pervierten a Cécile, cuando contempla como su diversión desenfrenada tiene un botón que marca la pausa, que rompe su divina estación, que apela a su cordura cuando ella quiere su inventada libertad.

Una mujer quiere centrar sus intereses, cuando ella quiere vivir, quiere gozar de cada segundo sin preocupaciones, sin conocer que la vida es algo más que la complicidad en el baile, que los besos furtivos o las fiestas infinitas. Hay otra cara que no quiere conocer, que no espera abordar jamás. El capricho, los celos, sus pasiones más superfluas son las que dominan la situación, y este agraciado verano se convierte en un plan, su deseo por disponer las piezas en el orden que ella cree el más adecuado. Su libertad no puede tener límites, ella no los quiere conocer, aunque arrastre a cualquiera ante sus ideas.

Y la pequeña Cécile se comporta como niña, ante la idea de convertirse en mujer, juega con fuego, y los colores se transforman en grises, pues por la mañana dirá buenos días y no sabe quién será el que conteste esta vez.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
mnemea
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